Maquiavelo decía que es más fácil manipular y engañar al pueblo que gobernarlo, pues la ilusión no requiere consentimiento. Los poderosos comprenden esta ley mejor que nadie. No gobiernan desde la fuerza, sino mediante la percepción, el engaño y la manipulación. La espada es costosa y solo puede silenciar a unos pocos. Pero una idea, repetida con suficiente frecuencia, puede esclavizar a millones y llevar a las sociedades a su propia destrucción o a la esclavitud sonriente.
Los poderosos alimentan al pueblo con símbolos para venerar, enemigos para odiar y mitos por los que morir. Cada mentira tiene un propósito: el orden a través del engaño. Se gobierna a una persona haciéndole creer que su obediencia es legítima, justa y necesaria. Se gobierna a una nación haciéndola creer que su sumisión es libertad y que su conformidad es moralidad. Hay que hacerles creer que se les protege mientras se les explota.
Los ignorantes no son víctimas, son cómplices en el control de su propia vida. Las sociedades no se gobiernan por las virtudes de los gobernantes sino por los vicios y defectos de los gobernados. No es maldad, es diseño, es la naturaleza humana. Y no, no se gobierna apelando a la racionalidad sino apelando al cerebro emocional, sabiendo como manipular las emociones.
Porque no nos equivoquemos, en una sociedad sin honor, el objetivo de la clase dominante no es desarrollar un país ni buscar lo mejor para la sociedad en su conjunto, sino mantenerse en el poder. Y a veces, para lograrlo, destruir una sociedad o debilitarla es la mejor forma de conseguirlo. Porque a veces, en contextos coloniales, la forma más efectiva de mantener políticamente el control sobre un territorio implica fomentar la dependencia y obstaculizar su desarrollo. El poder no es moral, es matemático. Y quienes no comprenden la ecuación se convierten en victimas de ella.
Durante miles de años, el dodo vivió tranquilo en la isla de Mauricio, un paraíso sin depredadores. No necesitaba volar, no conocía el miedo ni la violencia. Su cuerpo, de casi un metro de altura y hasta 18 kilos de peso, se adaptó a caminar entre los bosques y a alimentarse de frutos caídos. Su especie prosperó en completa armonía.
Pero todo cambió cuando llegaron los humanos en el siglo XVII. Los marineros lo cazaron sin descanso, y con ellos desembarcaron ratas, cerdos y perros que devoraban sus huevos, un único huevo por pareja que ponía en un nido en el suelo. En menos de un siglo, el dodo desapareció del planeta. No era torpe ni tonto, como muchos creyeron. Era una especie que nunca había tenido razones para temer. Su confianza fue su perdición, su ingenuidad su sentencia. En Canarias pasa lo mismo.
La cultura woke, a pesar de proporcionar algunos valores positivos como la preocupación por el medioambiente o el reencuentro con el mundo interior, nos a convertido en dodos a todos. Te han dicho que para ser buena persona - es decir para sentirte inocente y evitar la culpa - tienes que ser solidario y hospitalario con el extranjero. Tienes que ser solidario con los marineros que vienen a cazarte y con las ratas, perros y cerdos que vienen a devorar tus huevos. Y como te han dicho que eres europeo y no africano, te fijas en los 3 africanos que entran por patera poniendo el grito en el cielo, pero no en los 30 europeos con dinero y papeles que entran por el aeropuerto para quedarse con tu tierra.
La cultura woke en Canarias es como darle azúcar a un diabético. El canario-dodo permite que el español le cuente su historia y defina quien es, que eduque a su hijos, que entierre su cultura y no solo se cree sino que incluso defienden las mentiras que les cuentan los amos. Y no protestes no sea que el otro se ofenda. No seas racista, quédate callado, acepta pasivamente tu destrucción ¿no? El objetivo no es que hagas el tonto una vez sino que lo sigas haciendo una y otra vez, es lo que se llama el dilema del prisionero iterativo.
El cortex y el cerebro reptiliano mandan sobre el neocortex, es decir lo emocional manda sobre lo racional, y el que manda lo sabe y se aprovecha de ello. Y así, el wokeismo postmoderno te ha convencido de que tus sentimientos son más importantes que la verdad..., en fin, ¿Qué podría salir mal?
Y todo bajo la falacia de que todos somos iguales. Y no me refiero a la igualdad ante la ley, necesaria sin duda, sino que todos tenemos que ser igual de guapos, igual de listos, igual de pobres (socialismo), igual de desarrollados psicológica y espiritualmente. Que es lo mismo ser obeso que estar en forma. Que hombres y mujeres son iguales. Que es lo mismo ser tonto que listo y que la opinión del ignorante vale lo mismo que la del sabio. La igualdad como valor supremo, negando la jerarquía natural o incluso la biología.
Y si, es cierto que tenemos la opción y la capacidad de ayudarnos unos a otros, de ser buenos, de compartir recursos, de no lastimar, de ser equitativos y honestos.... pero también tenemos el imperativo de hacer lo contrario. Si eres la buena persona, si eres el tipo generoso, el que comparte todo lo que tiene, serás abusado sistemáticamente y se aprovecharán de ti. Por eso los antiguos decían que el gánigo del que no tiene honor no puede compartir mesa con los demás, porque una cosa es hospitalidad y otra estupidez.
Y si abusan de ti, y si siguen abusando después de 500 años, te lo habrás merecido. Porque eres como el dodo siendo generoso y solidario con los marineros, los perros, los cerdos y las ratas que vienen a destruirte pero desconfiado con los demás dodos. Porque habrás sido solidario con los demás pero insolidario contigo mismo. Porque no te amas ni confías en ti lo suficiente, porque regalas tu poder como quien reparte caramelos en la puerta de un colegio. Porque no aprendes a diferenciar quien merece tu confianza y tu estima y quien no.
Y es que el poder te ha alimentado con ideas, símbolos, promesas, miedos, enemigos, cambio climático, solidaridad, igualdad. Y muchos han multiplicado el mensaje como correas de transmisión, copiando como un meme en Internet viralizado por la estupidez de la propia gente buscando aprobación y validación social, por unos likes, por unos granos de millo como las gallinas. Lo que les importa es exhibir lo buenas personas que son. Es la masturbación del ego, el postureo moral a través de chantajes emocionales y burdas y absurdas falacias. Predican sobre el medio ambiente pero no han plantado un árbol en su vida y, cuando nadie les ve, tiran la basura en cualquier sitio.
El progresismo woke y sus valores son una gueldera. Son un caballo muerto, una ideología toxica que ya ha agotado su recorrido y que crea más problemas de los que resuelve. Cuando descubres que estás montando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontar. Sin embargo, en lugar de hacerlo, muchos intentan reavivar al caballo pegándole con el látigo o cambiando al jinete. Prefieren hacer eso a reconocer que han estado equivocados o a evolucionar.
Otros, temerosos de que la sociedad les juzgue y les señale con el dedo, callan hipócrita y cobardemente. Tienen la culpa tan interiorizada que ni se dan cuenta. Y es que las sociedades cristianas occidentales están construidas sobre algo tan toxico como el sentimiento de culpa pareado con la moral de esclavos. Son mecanismos de control social, lo mismo que el progresismo woke que siempre busca culpables sobre los que proyectar la culpa. La Inquisición y la inquisición de lo políticamente correcto se parecen. Y de la misma forma que, en el cristianismo, el amor pronto se transforma en odio hacia el hereje, en el postmodernismo woke la paz y el amor pronto se transforma en odio al que no piensa como él. La tolerancia y la libertad solo para mis ideas, para la de los demás intolerancia y censura. Es lo que ocurre cuando el cortex anula al neocortex, cuando la emoción sustituye lo racional, algo que ocurre tanto en el cristianismo como en el fascismo o en el progresismo woke.
La realidad es que podemos ser solidarios y justos, pero la solidaridad empieza en casa. Porque la gente va a elegir siempre su propia supervivencia y su desarrollo a la colaboración, especialmente si no le une nada a la tierra y si a lo que ha venido es a comer de tu plato. Porque para elegir la colaboración frente a la autoconservación tienes que confiar en que la otra persona hará lo correcto, en la reciprocidad. Esto es conocido en teoría de juegos como el dilema del prisionero y como capital social. Y esto, dada la estructura y jerarquía de impulsos en nuestro cerebro, solo es posible si existen vínculos afectivos o un código de honor... y esa es precisamente la razón por la que la mafia tiene un código de honor, por si no lo sabias.
El honor y la colaboración se da más fácilmente en grupos pequeños y cohesionados, como la familia, el clan, la tribu, la nación. En esos entornos es más fácil producir esos comportamientos colaboradores y mirar por el bien común. Pero te han convencido de que lo bueno es la multiculturalidad, la diversidad, ser solidario con el de afuera e insolidario con el de adentro. Desde los años treinta del siglo pasado se sabe que una sociedad descohesionada por la inmigración es más fácil de gobernar. Henry Ford, en sus fabricas de coches en Ohio, descubrió que si mezclaba en una plantilla a mexicanos y a indios, tenia menos huelgas y podía pagar menores salarios. Porque esos grupos competían y se peleaban entre si, y por ello les era más difícil la acción colectiva contra el patrón. Divide y gobierna.
Repito, el poder no es moralidad, es matemática. Y en un territorio conquistado lo prioritario es imposibilitar la acción colectiva y destruir la cohesión social para asegurar el control, no sea que la colonia se de cuenta de que no necesita a la metrópoli para nada.
El dodo no es solo un ave, es un símbolo de como la incapacidad de adaptarte a las nuevas circunstancias, de no protegerte contra lo externo que viene de afuera a cambiar las reglas de juego, puede llevarte rápidamente a la extinción... lo mismo que las ideas.
Si no quieres terminar como el dodo, si quieres salir de la gueldera, se valiente, quítate los complejos y replantéate las cosas... porque no es lo mismo colaborar y ocupar tu lugar en el mundo desde la igualdad, la solidaridad y el respeto que desde la sumisión.
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Los artículos de este blog no son debates teóricos, son batallas por la definición de la realidad. Las narrativas no son inocuas, según quién las use son instrumentos de liberación o de poder y dominación. Mientras dejemos que otros dominen el relato, que escriban nuestra historia o eduquen a nuestros hijos según su versión de las cosas, otros establecerán el marco y definirán quienes somos,... definiendonos como apéndices y no como sujetos y escritores de nuestro propio destino. Si crees que a alguien le vendría bien leer este artículo comenta y comparte...

Sólo se me ocurre Booom! otra vez! gracias infinitas Jorge!
ResponderEliminarExactamente. Pero ahí lamento decir que sólo queda aplaudir el gran trabajo que ha hecho el colonialismo en esta Tierra ya que por muchos argumentos y razones demostradas le des a los canarios (ojo no a todos pero sí a una gran mayoría), estos entran en disonancia cognitiva y empiezan a utilizar el argumentario fascineroso oficial. Como comenté en otro artículo, quizá haya una oportunidad con las generaciones más jóvenes.
ResponderEliminarSin duda alguna, el colonialismo es lo que es,hace lo que tiene que hacer para mantenerse.Jorge ha estado aclarando vivamente los síntomas y la necesidad de una cura,de un cambio.Pero los verdaderos cambios empiezan cuando un grupo reducido es capaz de formarse y pasar el conocimiento, que puede empoderar al resto de la sociedad.El cambio de estado del agua cuando hierve empieza por unas cuantas burbujas y luego el resto.Lo que quiero decir es que las auténticas revoluciones siempre comienzan con un grupo de aproximadamente un 20% el 50% no se puede decidir y mira hacia donde sopla el viento y muchos cambiaran si siguen abiertos. el 30% son los fanáticos, da igual los argumentos y pruebas objetivas no van a cambiar! armarse de conocimientos en política,economía,psicología etc....y luego lo más importante es ACTUAR!
Eliminarfuera de internet!
de acuerdo con los dos
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