El poder de la memoria

Los Relatos de Cho Lucio

Poner en el olvido, modificar o reescribir el pasado es, desde tiempos inmemoriales, una de las armas preferidas por el poder para reconducir la sociedad y facilitar el control y la manipulación de la población. Por eso buscan sistemáticamente crear una realidad paralela a través de la reeducación en materia histórica, utilizando y deformando los hechos. Tratan de borrar de la faz de la Tierra un pasado que representa algo que ellos desprecian y que, al mismo tiempo, les recuerda su papel de usurpadores ilegítimos. 

La memoria histórica de un pueblo es fundamental para su identidad y su supervivencia. Es identidad y es un arma política y geopolítica. Conocer la realidad de nuestra historia nos ayuda a determinar quiénes somos y hacia dónde vamos. Permite a un pueblo comprender su lugar en el mundo, reconocer sus logros y sus errores al tiempo que desarrolla una conciencia de sí mismo.  La historia no es solo un registro de eventos pasados, también es una fuente de inspiración y motivación para el presente y el futuro. 

A diferencia de la colonización británica, la colonización española y francesa trataba de hacerte europeo. Es decir, trataba de despojarte de tu cultura y tus raíces. Y esto implica una doble desposesión. Primero te despoja de lo material. Primero se queda con tus cabras, con tus tierras y después te expulsa, te margina y te priva de las oportunidades. En un principio sigues siendo, pero luego te despoja de lo inmaterial, de tu cultura, de tus valores, de tu filosofía y de tu espiritualidad para imponer la otra, la suya, la de los extranjeros.

Lo primero te quita lo que tienes. Y al quitarte lo que tienes - lo material - te conviertes en un desposeído, en un marginado. Lo segundo te quita LO QUE ERES. Y cuando dejas de ser lo que eres, lo que fuiste, lo que has sido siempre. Cuando lo has perdido todo, incluido a ti mismo, entonces te conviertes en un pordiosero mendigando aceptación y migajas, en un nadie, o peor aún, en un payaso que renuncia a la dignidad de lo que es para disfrazarse de una copia barata de lo que no es.

Y así te amputan la memoria y manipulan tu mente para controlarla, para hacerte esclavo, hiriéndote el alma y el corazón para que no te levantes.... Entonces te miras al espejo y no te reconoces, porque has dejado de ser quien eres. Has renunciado a ti mismo y te has convertido en un nadie o en una copia barata de lo que no eres. Eres como un enfermo de alzheimer al que todos reconocen menos él mismo. Que no sabe quien es, porque no se reconoce en el espejo. Un enfermo que no entiende ni termina de comprender su realidad porque - como decía Manuel Alemán - tiene la conciencia neblinada.

Eso le pasa a las personas y eso le pasa a los pueblos. Hay pueblos que se miran al espejo y no se reconocen, que olvidaron quienes fueron y quienes son. Renunciaron a cultivar la siembra de lo que son para regar las malas hierbas de otra cultura, de otra gente... y así, descuidaron el sembrar del campo propio para alimentar cochino ajeno. No crean, simplemente copian. 

Sin memoria no hay identidad. Y cuando la memoria la trampean, la falsean y la ocultan, construimos una identidad mutilada, porque faltan elementos fundamentales para entender lo que somos y como hemos construido lo que somos. Por eso tenemos la conciencia neblinada, por eso andamos perdidos y en círculos, estancados como el agua que crea bichos que atacan.

Y a pesar de que han hecho todo lo posible por destruirnos, por expulsarnos, por obligarnos a emigrar. Y a pesar de que trataron de amputar y de enterrar la memoria, dentro de nosotros, en nuestro corazón, en nuestra memoria ancestral y sensorial siguen habiendo espasmos que nos llevan a emocionarnos con ciertas cosas, a buscar respuestas, a buscar esa conexión que creímos perdida.

Y es por ello que, uno de los mayores actos de sublevación que puedes hacer es recuperar la identidad y la verdadera memoria, el conocimiento perseguido y escondido, los valores que han intentado destruir.  Por eso, antes de mirar hacia adelante, hay que mirar hacia atrás para descubrir la verdad de quienes somos. 

Recuperar esa memoria, esa historia que no está escrita, esos conocimientos secretos de las clases sacerdotales nativas que tanto se esforzaron en destruir, ese entender del caminar sobre este mundo que tenían ellos... es el mayor acto de rebeldía que uno puede cometer. Porque es una historia que está en un yacimiento que no pueden tocar ni alterar..., el del corazón y el de la palabra. 

Por eso, cuando la gente me pregunta porqué escribo ahora cosas "espirituales" y de "guanches" en lugar de economía o política, yo simplemente sonrío.  



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