Las mujeres amazigh; heroínas cotidianas del norte de África



En el mundo norteafricano pre islámico, desde el Delta del Nilo hasta las islas Canarias, y desde el mediterráneo hasta la curva del río Niger, la divinidad tenía nombre de mujer. La mezcla de mito y realidad que rodea a las diosas bereberes pre-islámicas y las reinas guerreras sigue habitando el inconsciente colectivo y la imaginación de aquellos que conocen sus raíces amazigh.

Las mujeres amazigh no solo han sido las grandes heroínas y reinas guerreras como Dhiya, Andamana, Tin Hinan, Tamesmant o Lalla Fadhma, sino también heroínas de todos los días en el mantenimiento de sus comunidades. Y es que la mujer norteafricana ha desempeñado un papel fundamental en la transmisión de la lengua y la cultura a través de la ritualidad, la oralidad y el arte. 

La oralidad de las mujeres amazigh es ancestral, versátil y omnipresente. Abarca la poesía, las canciones, la oratoria pública y los cuentos populares. Incluyen una gran variedad de temas; desde el amor al desarrollo del SER, y desde la familia y la comunidad hasta la lucha por la independencia del colonialismo o la modernidad.

Los cuentos no se pueden contar ni de cualquier forma, ni en cualquier tiempo, ni en cualquier lugar. Han de contarse al anochecer, ya puesto el sol, y el lugar donde se cuentan ha de ser purificado de energías malignas mediante un pequeño ritual para que la historia la disfruten no solo los vivos sino también los invisibles, es decir, los espíritus y los ancestros del otro lado.

Los cuentos y las historias son una forma de mantener y perpetuar el poder dentro dl grupo, especialmente en los hogares rurales de familia extendida.  Por ejemplo las abuelas pueden reforzar su poder posponiendo deliberadamente el final de una historia hasta la noche siguiente, creando así un continuo suspense. También usan historias para influir en las relaciones y comportamientos de los demás, dando la impresión de que lo que no dicen es tan importante como lo que dicen. Así el contar un cuento se convierte en un ritual.

Hay rituales públicos y rituales domésticos. Estos rituales giran generalmente en torno a la fertilidad, la sanación, la protección contra las influencias dañinas, los ciclos de la vida, el equilibrio de las energías que nos rodean, la adoración y el agradecimiento. 

Mientras que los rituales domésticos los realiza la mujer amazigh en su casa y en el entorno familiar, los rituales públicos son fiestas y celebraciones colectivas como el dela novia de Anzar (novia de la lluvia) o tislit n anzar. Esta es una antigua tradición para pedir lluvia para el ciclo agrícola. La celebración de la fiesta ritual difiere de una región a otra, pero el fondo es el mismo.

En general, una procesión va de aldea en aldea y del santuario de un santo a otro. En el camino, la "novia" - que puede ser una mujer de carne y hueso o una representación de madera llamada taghunja - es salpicada con agua desde las terrazas, balcones y azoteas. La gente da regalos de dinero al líder de la procesión. Ese dinero se usa para comprar comida para una comida comunitaria que se prepara cerca de un manantial (anrar) o en un santuario de santos (agurram), generalmente en la cima de una colina.

En Canarias reminiscencias de este rito se han conservado en la Fiesta de la Rama en Agaete, donde antiguamente se tiraba agua a la procesión que bailaba la rama desde las terrazas y azoteas al grito de "agua, agüita la rama está sequita", práctica que prohibió el ayuntamiento hace unas décadas.

Los rituales privados del mundo amazigh, aunque sincretizados con el cristianismo, se manifiestan en Canarias, por ejemplo, en las tradiciones domésticas de la noche de San Juan o en la tradición de las santiguadoras canarias que quitan el "maldiojo", "el susto" o sacan el sol de la cabeza. 

La función de los rituales, tanto públicos como privados, es amplia. Algunos están destinados al desarrollo y bienestar personal, otros al desarrollo, equilibrio y bienestar comunitario mediante el refuerzo de los vínculos familiares y sociales. Algunos rituales buscan satisfacer y sanar necesidades emocionales, otros persiguen un objetivo pedagógico y otros son meramente espirituales o religiosos. 

Pero la cultura y la oralidad también se transmite por el arte y las mujeres son las artistas en la cultura amazigh. Las mujeres expresan su arte mediante el tejido de alfombras, la alfarería, la confección textil, los tatuajes corporales y la decoración de cara, manos y pies.

Se  sabe que la expresión visual es anterior a cualquier forma de registro escrito. Estas prácticas femeninas se han llevado a cabo durante milenios. Las formas, colores y significados de las expresiones artísticas de las mujeres bereberes cuentan historias poderosas. Las alfombras que ellas tejen cuentan una historia, cada símbolo, cada punto, tiene un significado, una intencionalidad, lo mismo que en los tatuajes. 

Las mujeres bereberes vinculan el pasado con el presente a través del arte y la transmisión madre-hija. Son las guardianas de la cultura, la lengua y la espiritualidad cotidiana como elementos esenciales para la construcción y la preservación de la identidad.

El acto de tejer es sagrado ya que la mujer, de forma metafórica, va creando y dando vida a los textiles de la misma forma que lo hace la Diosa madre que también es creadora y va tejiendo el destino del mundo en su telar. La baraka, la fuerza vital, la energía de la tejedora se transmite a la pieza a través de la intencionalidad.

Lo mismo ocurre con el barro para hacer cerámica. La mujer va creando y dando vida ala pieza con sus manos y vuelca su intencionalidad, su energía en la pieza. La decoración tampoco es gratuita sino que tiene símbolo, cada punto y cada linea tiene un significado profundo. 

Este arte es una fuente de orgullo y confianza en sí mismas y un legado para la próxima generación. Asegura la continuidad y fomenta los valores comunales de familia, la solidaridad, etc... Para las mujeres bereberes, crear objetos de arte es un homenaje a Dios y, por lo tanto, un acto de adoración. Ellas a menudo equiparan la devoción a su trabajo con la devoción a Dios. Así la creación artística se transforma en una práctica meditativa, de ahí su concentración cuando aplican tatuajes o henna, cuando tejen, o cuando sus manos moldean el barro. que las acerca a su Diosa interior y al Creador. Ellas a menudo comienzan su trabajo con la expresión de devoción bismillah (en el nombre de Dios) y terminan con lhamdullah (alabado sea a Dios), aunque estas sean expresiones árabes que han sustituido a las tradicionales amazigh fruto de la islamización.

La construcción y preservación de la identidad a través del arte que enlaza lo material y lo espiritual está en el corazón de la cultura y es profundamente pre-islámico. Mientras que la mayoría de las religiones desprecia lo material por lo espiritual y busca un sentido de trascendencia, de salir de este mundo a un reino de los cielos, la espiritualidad ancestral amazigh entiende que este mundo es la obra del Espíritu y por tanto no solo se trata solo de trascendencia sino también de inmanencia, es decir de manifestar el cielo en la tierra.

Los tatuajes, la decoración de manos y pies con henna, el bordado de las prendas y los peinados refuerzan la identidad étnica. A través de símbolos de fertilidad en sus alfombras, en sus ropas, en los tatuajes o en los peinados demuestran la autoestima, el respeto y el estatus otorgado a la maternidad. Al igual que la Diosa, la mujer crea vida y la vida es sagrada.

En Canarias podemos encontrar reminiscencias de todo esto tanto en la tradición oral como en las crónicas. En las comunidades nativas canarias, la mujer tenia un papel preponderante como dadoras de vida, transmisoras de la herencia cultural y ancestral, y transformadora del equilibrio de las energías que nos rodean. El nombre que recibía la mujer en Tenerife era Chamato, que es el mismo nombre que recibía la figura hecha de madera de tilo, de veinticuatro centímetros de largo y de tres muescas en uno de sus extremos, que presidía las celebraciones a la fertilidad.

Por otro lado Abreu y Galindo, cuando se refiere a las casas y oficios de los antiguos canarios nos dice que "y havia pintores que era oficio mas de mugeres que de hombres". Por otra parte algunos oficios en Canarias, como la alfarería, eran tradicionalmente femeninos, pero también había algunos hombres que eran admitidos a dichos oficios, e incluso a determinados "bailes de brujas" según cuenta la tradición. Dicha tradición también nos cuenta que dichos hombres eran admitidos a esos oficios y ritos porque eran "afeminados". 

Pero el papel de la mujer no se limitaba al aspecto cultural e identitario, también jugaba un importante papel económico. Por ejemplo el ciclo agrícola, excepto las tareas mas dura de abrir y arar la tierra para plantar que lo hacían los hombres, estaba en manos de ellas. Ellas eran la que sembraban la tierra, tras la ceremonia del tabordo o apertura de la siembra, en la que los hombres iba abriendo agujeros en el suelo y ellas depositaban tres semilla, dos por los vivos y una por los antepasados. De hecho se conserva una endechita transmitida por Seña María Armas en 1998 que se usaba en dicha siembra y que dice "Guaxate hequei adei acharan afaro yafana haxaran”. Traducida significaría algo así como “Señor, cuida el grano bajo tierra para que crezca”. Las mujeres eran también las que recolectaban el grano a mano, lo tostaban, lo almacenaban, lo molían en los molinos de piedra y lo preparaban como alimento haciendo la tafeña o el gofio. 


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