La semana pasada escribíamos un artículo en el que hacíamos una crítica a la modernidad y a la postmodernidad, más que nada para ver si en determinadas cuestiones nos estábamos equivocando de enemigo o no entendíamos bien las causas. En este vamos a seguir profundizando en un par de puntos que no se tocaron o se tocaron por encima en el artículo anterior.
Se suele achacar al capitalismo y a la modernidad la idea del "egoísmo". Si bien el hombre moderno es un hombre universal centrado en el logro, que busca la excelencia, el impulso, el éxito y la autonomía, es precisamente con la postmodernidad donde el hombre alcanza unas cuotas de individualismo y narcicismo fuera de toda medida.
Si bien durante la modernidad el foco de atención era el "ello", es decir, el mundo exterior, el mundo material. El foco de atención de la postmodernidad se traslada del "ello" exterior al "Yo" interior, lo cual es un paso importante y necesario en la evolución, pero para el postmoderno no hay nada más importante que el "Yo"; el foco de la vida está en él y se pasa la vida explorando su propio mundo interior y el de los demás. El individualismo vanidoso típico de la modernidad se transforma en un hiperindividualismo narcisista y hedonista en la postmodernidad.
Y en este hiperindividualismo narcicista postmoderno, la razón deja de ser lo importante y es negada y sustituida por la emoción y el deseo, por la satisfacción inmediata de los impulsos sin tener en cuenta sus consecuencias. Mientras que el moderno mira al futuro, el postmoderno mira al aquí y ahora únicamente.
Dentro de esa cultura del yo y de lo inmediato desaparece la conciencia intergeneracional.... y así, por ejemplo, en España los pensionistas salen a protestar por sus pensiones cuando la pensión media es superior al salario medio. Y no digo que salgan a protestar, ni que no merezcan una pensión digna,... lo que digo es que en lugar de atacar a la raíz del problema, es decir, el modelo de país. Pero no, eso no se lo toques a los pensionistas que la mayoría lo que quiere es estar cómodo y que los que vengan detrás se las arreglen como puedan.
Y es que la postmodernidad es una maestra en evadir sus propias responsabilidades. Si el "pecado" típico" de la modernidad es la superficialidad materialista y la inautenticidad que se quema en la hoguera de las vanidades... en la postmodernidad el pecado capital es la autoindulgencia, la evasión de responsabilidades y el refugiarse en el placer como huida al dolor.
En la postmodernidad domina el placer por encima de la realidad. El postmoderno busca satisfacer los deseos de forma compulsiva e instantánea, uno detrás de otro, escapando de si mismo y así el consumo en el que se refugia en su búsqueda de placer se transforma en un hiperconsumo. El sujeto entra en todo tipo de contradicciones e incoherencias, protesta contra el cambio climático y la explotación de los países en desarrollo, pero compra ropa de usar y tirar en Zara, Primarck y quiere que cada mes cambien las colecciones.
Se la pasa poniendo en su camiseta "save the planet" y criticando a la modernidad y al capitalismo sin darse cuenta de que es el capitalismo lo que le ha permitido el bienestar material del que disfruta actualmente y que lo que se está cargando el planeta es su hiperconsumismo postmoderno .... un hiperconsumismo fruto no de la modernidad sino de la postmodernidad en el que no hay suficiente planeta para satisfacerlo.
Pero a la postmodernidad, en su búsqueda del placer y evasión del dolor y la responsabilidad, se le da bastante mal entender su papel en todo esto y en entender que no es la solución sino parte del problema. La postmodernidad difunde imagen y emocionalidad dejando aparcada la reflexión intelectual. Prima lo emocional sobre lo racional, pero lo emocional sin templanza, con gula.
La política se reduce a la imagen y a lo emocional, y así surge el populismo de izquierda y de derecha, que en el fondo son muy parecidos. Si la política era la herramienta moderna para ordenar la sociedad, en la postmodernidad eso ya no interesa porque solo interesa el propio ombligo. Domina la indiferencia y la acción política, cuando la hay, se transforma no ya en las propuestas, o compromiso o debate de ideas sino en el plañiderismo y la mimosería infantil para la satisfacción de los deseos inmediatos en el aquí y ahora sin tener en cuenta el futuro ni las consecuencias sobre los demás.
La persona postmoderna es tremendamente superficial, deja de ser ciudadana y se convierte en consumidora, cliente o usuaria. Y se refugia en el valor postmoderno de la tolerancia,... pero la tolerancia aparte de mostrar una cierta indiferencia también es una actitud que muestra una cierta superioridad, .. toleramos al otro... quizás deberíamos tolerar menos y respetar más... porque ademas de superioridad la tolerancia muestra también una cierta indiferencia.
Pero como ya no hay verdades sino opiniones y no hay una verdad, entonces tampoco tiene razón de ser el conflicto,.. y esto al autoindulgente narcicista postmoderno le viene muy bien porque evita el dolor y la incomodidad del conflicto y se refugia en el consenso. .. y así la verdad se despoja de toda profundidad y pasa a ser lo popular, lo evidente e inmediato, o lo que un montón de idiotas narcisistas deciden que es la verdad. El conflicto pasa a ser un valor claramente negativo que debe evitarse a toda costa en lugar de el motor dialéctico que empuja la evolución. Así se niega lo negativo y se busca refugio en lo positivo. Pero lo negativo no desaparece, tan solo se tapa debajo de la alfombra.... de esta forma los problemas se eternizan y las situaciones se perpetúan.
Y así la persona posrtmoderna se convierte en lo que Nasim Taleb denomina "intelectual idiota", aquel que comprende la lógica de lo evidente, la lógica de primer grado, pero es incapaz con la lógica de segundo y tercer grado (las consecuencias de las consecuencias o las consecuencias a largo plazo) lo cual lo hace absolutamente incompetente en sistemas complejos como el de las sociedades humanas.
Eso si, evita el conflicto menos los que les interesa,.. como el feminismo radical; una mezcla de fundamentalismo, egocentrismo y etnocentrismo de género.
La postmodernidad, todo emoción paz y amor, prometía salvar al mundo aunque de hecho lo ha descuajeringado todavía más, al menos la versión disfuncional que estamos aguantando. El problema es que al postmoderno hacer autocrítica y reconocerlo le cuesta muchísimo.
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