Los alzados de Gran Canaria

Fotograma de la película Ansite

Cuando se habla de alzados nos viene a la mente sobre todo los alzados de Tenerife que se fueron a las montañas, nos viene a la mente Ichasagua y los chasneros. Pero en la Palma y en Gran Canaria también hubo alzados. En este articulo trataremos de los de Gran Canaria.

Hay noticias de alzados en Gran Canaria varios años después de la Conquista. Sobre todo en las bandas del sur y este de la isla. Pero quizás el alzamiento más importante tuvo lugar en 1484, un año después de la rendición de Ansite. Agustín Millares Torres nos cuenta de esta rebelión nativa en sus libros Historia General de las Islas Canarias e Historia de la Gran Canaria que yo voy a tratar de refundir aquí junto con otras fuentes:

No todos los canarios se rindieron en Ansite, la tradición oral conservada entre pastores dice que al menos un grupo escapó por el paso de los guaniles en Amurga. Esos canarios que no aceptaron la rendición "se mantuvieron en las asperezas y altas sierras de la isla, bajando algunas veces al llano para atacar los caseríos, saquear los sembrados y asesinar a los castellanos que lejos de las poblaciones podían sorprender."

Por su parte Pedro de Vera comienza los repartimientos de tierra diferenciando entre conquistadores, pobladores y "naturales". A los primeros se les asignó en datas el precio de los sueldos que habían devengado durante la Conquista, y los servicios particulares de cada uno, según el rango que ocupaba en el ejército. A los nuevos colonos se les repartió tierras con la expresa condición de cultivarlos en un plazo breve de tiempo. A los "naturales" en cambio se trató de privarlos de toda propiedad a pesar de las promesas o los pactos que habían hecho. 

Según cuenta Agustin Millares "Esta conducta, preciso es confesarlo, no era conforme ni a la razón ni a la justicia; en efecto, todos los que se rindieron en Ansite, y los que antes y después vinieron voluntariamente al campamento, lo hablan hecho bajo el seguro de la palabra del General, que solemnemente les habla prometido instruirles en la religión cristiana y señalarles una porción de territorio donde pudieran vivir con comodidad e independencia.

Ofrecíales Vera liberalmente el agua del bautismo, pero los terrenos, si llegaba a darlos, eran, como hemos dicho, pocos, malos ó improductivos. Corto fué el número de los que pudieron conseguir que en este primer repartimiento, se les asignara alguna data. El mismo D. Fernando Guanarteme, a quien el ejército debía la rendición de la isla, y cuya lealtad a los reyes, abnegación y desinterés merecían una brillante recompensa, solo obtuvo el término de Guayedra, estériles riscos junto á Agaete, donde apenas se puede apacentar un miserable rebaño. A la infanta Guayarmína, solo se le dio la casa que en Gáldar era de su familia, de modo que esta señora, a quien los canarios veneraban tanto, como heredera del trono de sus guanartemes, vivió modestamente con lo que su esposo Miguel de Trejo Carbajal recibió como conquistador."

Pedro de Vera y el nuevo ayuntamiento consideraron "que los canarios tenían un carácter inquieto y bullicioso, independiente y altivo, enemigo de toda sujeción legal, y celoso de los derechos y privilegios que aun creían conservar sobre las tierras conquistadas, determinaron darles datas improductivas y de escasa importancia, esperando el momento oportuno de alejarlos con varios pretextos de la isla.

En realidad a la mayor parte de la población nativa, sigue contando Agustin Millares, se la colocó casi en condición de esclavos, en una especie de encomienda, en la que se les ponía bajo la tutela de los conquistadores principales, "con el pretexto de instruirles en la doctrina cristiana y enseñarles el cultivo de la tierra, pero en realidad para proporcionarse brazos que rompieran los terrenos, privándoles de toda influencia en los negocios de la colonia". Es decir, instauraron una especie de "encomienda" como la que luego utilizarían los españoles en América para generar una semiesclavitud y aprovecharse de la mano de obra, al tiempo que se les excluía del reparto de tierras y si llegaban a obtenerlas eran terrenos escasos, malos o improductivos como hemos dicho.

Nos dice tambiñen Agustin Millares "En vano los naturales habían obtenido expresamente de los Reyes Católicos que no se les excluyese de la división de los terrenos; su posición de vencidos, su ignorancia de los usos y costumbres europeas, la diferencia de razas, el desprecio de los españoles, y la rapacidad de los jefes que estaban al frente de la colonia, prepararon a los isleños la triste suerte que luego les cupo, y que sólo algunos en Tenerife pudieron mejorar."

Ante esta situación no es de extrañar que, en palabras de Agustín Millares; "Entretanto, el odio al invasor no extinguido aun con el agua del bautismo, la repulsión que algunos isleños sentían por los usos y costumbres de los españoles, el penoso trabajo que se les imponía, talando montes y matorrales, cegando pantanos y roturando predios que no les habían de pertenecer, dio lugar a que en el año de 1484 algunas partidas de isleños, saliendo de lo más áspero de la sierra, recorrieran la parte ya colonizada, incendiasen bosques, casas, sembrados, y diesen muerte a los que intentaban oponerse a sus rapiñas"

Lo interesante de este alzamiento es que no se produce en las partes más alejadas e inaccesibles de la isla, sino delante de las narices de los conquistadores. Los alzados se asientan un poco más arriba de donde está hoy el campus universitario de Tafira, concretamente cerca de la Angostura en Sataute (Santa Brígida), a unos siete u ocho kilómetros de la ciudad de Las Palmas y en el propio barranco del Guiniguada en cuya desembocadura los conquistadores Pedro de Vera y Alonso Jáimez de Sotomayor habían establecido sus ingenios azucareros.... con dos cojones.

Evidentemente, más que un alzamiento de una parte lejana de la isla parece una insurrección en toda regla determinada a atacar la ciudad y expulsar a los castellanos de la isla. Recordemos que Gran Canaria más que con batallas se la conquistó matándola de hambre quemando los cultivos y las sementeras, envenenando las aguas y echando perros de guerra a mujeres y niños. Ahora de nuevo tenían víveres para continuar la lucha.

Alarmado ante la insurrección Pedro de Vera - gobernador castellano de la isla y antiguo general de los conquistadores - envía a dos frailes franciscanos que le habían acompañado en la Conquista; fray Diego de las Cañas y fray Juan de Lebrija a parlamentar con los alzados mientras gana tiempo para preparar sus tropas.

Los dos frailes se dirigen al bosque del Monte Lentiscal - que se extendía desde Tafira a Satautejo - que es donde se habían reunido los isleños insurrectos y alzados. Estaban acampados sobre una loma que domina el cauce del Guiniguada al abrirse paso por un estrecho desfiladero del distrito del Dragonal, es decir lo que hoy llamamos la Angostura y el puente de la calzada, una zona donde existen multitud de cuevas y varios poblados nativos. Los frailes allí empezaron a tratar de convencer a los nativos de la inutilidad de su empresa, les hacen promesas y empiezan a exhortarlos rogándoles que dejasen las armas en nombre del "verdadero" Dios y se sometieran a la dominación castellana. 

Pero los canarios, hartos ya de las mentiras de aquellos "putos quemados sin palabra que mataron a su Dios" y exasperados por las últimas injusticias de Vera, cogieron a los dos franciscanos, los llevaron a lo alto de un precipicio y los mandaron de vuelta con su Dios enriscándolos al fondo del barranco del Guiniguada. Desde entonces ese lugar es conocido como las Cuevas de los frailes o el Lomo de los frailes en la Angostura de Santa Brígida.

Acantilado del Lomo de los frailes en la Angostura desde donde posiblemente los franciscanos fueron desriscados 

Ante esto Pedro de Vera reúne a parte de sus tropas y manda a Fernando Guanarteme y a otros nobles a que convenzan a los alzados a que depongan las armas, cosa que consiguen acabando con la rebelión de forma pacifica y traiéndolos a todos, poco a poco, por pequeñas partidas al Real.

Pero evidentemente las palabras y promesas de los españoles no valen ni el papel donde están escritas. Pedro de Vera paulatinamente y con varios pretextos les fue prohibiendo el uso de ciertas armas, hasta que consiguió deportar de la isla y trasladar a Sevilla a todos aquellos que suponían un peligro para los conquistadores. 

En Febrero de 1485 varios centenares de aquellos alzados, hombres y mujeres, son embarcados y deportados al barrio de Mijohar (hoy Puerta de las carnicerías) en Sevilla por orden de los Reyes Católicos, tal y como se acredita en las cuentas de la Conquista. Este nuevo contingente se une a los ya deportados anteriormente durante la Conquista. Allí sufren todo tipo de vejaciones y maltratos y Fernando Guanarteme viajará a la corte ese mismo año para interceder por ellos. 

Pero todavía quedaban irreductibles en la isla todavía quedan alzados en Gran Canaria sobre los que, a finales de abril, se hace una cabalgada tal y como demuestran la cuentas de la Conquista de Gran Canaria. No se especifica el numero de canarios capturados, pero si que entre ellos se encontraban tres esclavos fugitivos, dos de ellos guanches de Tenerife y una mujer, que fueron devueltos a sus dueños.

Después de esto, en veynte e ocho días del dicho mes de abril, se fizo una cabalgada de los canarios que andavan alcados en esta ysla, en que se tomó además dos tenerifes, que eran el uno de Pedro Martínez de Bilbao, e el otro de Lope Ferrero, e una mujer que era de Diego Sánchez, provisor, los quales dieron a sus dueños. E con lo que dieron de hallazgo los dichos sus dueños e con lo que valieron los otros fue todo quinze mill e docientos maravedíes, de que vinieron al quinto tres mill e quarenta maravedíes, los quales partidos con el dicho governador vienen a cada parte mill e quinientos e veynte maravedies. Recibió el dicho Antonio de Arevalo la parte perteneciente a los dichos Reyes, nuestros señores, que son B N los dichos mil1 e quinientos maravedíes de la dicha moneda corriente en esta ysla, que reducidos a la moneda de Castilla son mill e ciento e setenta e ocho maravedíes
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Unos dias más tarde, el 4 de Mayo, se apresan otros alzados en Gran Canaria, como demuestra la misma fuente.

E después de esto, en quatro días del mes de mayo se fizo una presa de los canarios que andavan alcados en esta ysla, e porque e non se pudieron vender, fueron apreciados en trece mill maravedies, de lo que el dicho governador soltó su parte que le venía a su mitad, e el dicho Antonio de Arevalo soltó el tercio de la mitad que le venía, que partido por medio e soltado el tercio de la otra mitad, quedan a ochoçientos e sesenta e syete maravedies de la dicha moneda de Canaria, que reduçidos a la moneda de Castilla son seyçientos e setenta e seys maravedies e un sermo (sic, por "sexmo")

Por su parte Fernando Guanarteme había protestado a los Reyes Católicos por la situación de los canarios deportados durante la Conquista y posteriormente al alzamiento de 1484 que se encontraban en Sevilla. La Real Cédula expedida en Córdoba el 30 de agosto de 1485 dice así: «A queja de Fernando Guanarteme, hecha en nuestro propio y de los canarios y canarias residentes en Sevilla, sobre agravios que les hacían tomándoles mujeres e hijos para servirse dellos so color de no ser cristianos, y aún siéndolo, de haber sido reducidos, después de presos y cautivos de buena guerra, y sobre otros malos tratamientos, etc. Para remedio de eso y también para que ellos no sigan juntándose en las casas que les señalaron, haciendo los actos e comunidades e gentilidad que solían, se da comisión a Juan Guillén, alcalde mayor de Sevilla, para que privativamente entienda en el régimen de dichos canarios, les defienda de todo daño, obliguen a buscar señores a quien servir, cada uno, con su amo y juntos marido y mujer; a los casados separe de las mujeres si no lo estuviesen por el rito católico; a los que mal hicieren castigue prudentemente mientras no tuvieren doctrina y conocimiento de leyes y pena, cuidese se les de doctrinas y costumbres cristianas. ..»

Dos años más tarde, en la primavera de 1487, Pedro de Vera acude a la Guerra de Granada y lleva consigo sus gentes de armas de Jerez y una "compañía de canarios" con Fernando Guanarteme, Maninidra y Juan Doramas entre otros, en previsión de los combates que se avecinaban en la Sierra de Granada. Es muy posible que algunos de los deportados de Sevilla se enrolaran en dicha campaña, tal y como lo demuestran las cuentas de la guerra de Granada en la que existe una mención al pago por parte de Pedro de Vera a 23 canarios "sevillanos" que participaron en el cerco de Álora años antes, en 1484. 

En recompensa de sus servicios algunos canarios reciben tierras en la Alpujarra granadina donde fundan un pueblo. Otros gastan su soldada en liberar a parientes de la esclavitud. Algunos logran volver a Canarias demostrando que están lo suficientemente "civilizados" a criterio de los españoles. Se les permite regresar para convertirse en siervos y mano de obra de los conquistadores.  A otros se les permite volver en 1493 o 1495 a condición de que participasen en la Conquista de Tenerife dentro de la "compañía de Maninidra" y, en virtud de esto, algunos obtienen tierras en Tenerife donde se asientan. A otros los llevan como carne de cañón a las correrías esclavistas de Fernandez de Lugo en el Continente Africano y mueren allí.

Pero no todos los canarios fueron deportados a Sevilla. Muchos de los niños que Pedro de Vera había arrancado de sus padres o que habían quedado huérfanos y los había repartido entre los conquistadores "para ser instruidos en la fe cristiana" quedaron en su mayor parte esclavos de estos. Fernando Guanarteme pudo quedarse con 40 "parientes" en el término redondo de Guayedra, autentica "reserva indígena" donde muchos se refugiaron porque los castellanos pronto protestaron de que allí había mucho más de 40 familias. Otros se quedaron en la isla como esclavos en los ingenios, fincas y casas, o como pastores o mano de obra, algunos como las mujeres del centro locero de la Atalaya de Santa Brígida siguieron dedicándose a lo que sabían hacer.

Muchos habían sido esclavizados injustamente por la ambición y malicia de los primeros pobladores, y acudieron en queja a la Corte consiguiendo que se expidiese una real cédula, dirigida al Gobernador Lope de Sosa, en la  que se le mandaba pusiese en libertad a los que, siendo libres, estuviesen esclavos. Pero, ¿llegó a repararse esta injusticia? ¿Mejoró aquella orden la condición de los canarios?  Lo que sabemos es que a lo largo del siglo XVI, la mayor parte de los indígenas y sus hijos se fueron paulatinamente emancipando, principalmente ayudados por sus familiares que pagaban con su trabajo, o su participación en guerras y cabalgadas, su libertad.


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