Canarias camino de algún futuro

Por Juan Karlos Perez Alvarez



Alguna forma de futuro se merece Canarias. Pero no siempre se consigue lo que se quiere, sino lo que se puede, y es que es imprescindible conocer las herramientas con las que uno cuenta, no en un escenario idílico sino en la realidad. No es como a uno le gustaría que fueran las cosas, sino como son, y desde como son, el como podrían ser en un determinado plazo temporal. No conviene olvidar las palabras de Ortega y Gasset acerca de que no sabemos lo que nos pasa, y eso precísamente es lo que nos pasa. 

Dos cuestiones tienen que ser resueltas y dos reflexiones ser expuestas. Una primera cuestión, se puede alcanzar la independencia participando en el sistema electoral del enemigo? Segunda cuestión, un comité para la transición nacional puede servir de algo? Primera reflexión, la influencia de los de fuera versus la fortaleza interior. Y segunda reflexión, la viabilidad del proyecto a medio o largo plazo.

Empecemos con la primera cuestión. Y es que dicen si se puede lograr la independencia yendo a elecciones. Aunque la pregunta podría formularse a la inversa, ¿se puede lograr la independencia sin ir a algún proceso electoral?

En 1916 se produce el centenario del Eastern Rising, de domingo de resurrección, fundamentalmente en Dublín. Pero se olvidan que entre 1873 y 1882 en la Home Rule League, y después con el Irish Parliamentary Party entre 1882 y 1922 jamás dejaron los irlandeses - salvo los condados unionistas del entorno de Belfast - de otorgar entre 65 y 85 diputados irlandeses que defendieron como pudieron la causa irlandesa. Y es así que tan importante como el 1916, o tal vez más, fue el claro mandato electoral de 1921 que fue la clara base de la negociación del Estado Libre de Irlanda. Sin ese sustento continuado en el cuerpo electoral irlandés, jamás hubieran podido lograr su libertad. Pero no es un caso único. 

Australia tuvo elecciones en el siglo XIX cuando aún no era un dominio. Recordar que fue en los años 80 del siglo XX cuando Australia repatrió su constitución de Londres para poder modificarla, que existe una vinculación entre el Banco de Australia y el Banco de Inglaterra y que la jefa de Estado de Australia es la Reina de Inglaterra. O las elecciones que en Cochinchina - a comienzos del siglo XX (el dominio duró entre 1862 y 1949) - participaron colonos franceses y nativos vietnamitas. Seguro hay más ejemplos. 

En el pasado, ante cualquier sistema basado en elecciones, más o menos limpio, más o menos transparente, lo correcto es participar. No conviene olvidar que, más allá de las actividades del ANC de Mandela, fue la tradición liberal británica de blancos que nunca dejó de participar en unas elecciones del Apartheid quien, desde dentro del sistema, hizo posible el cambio de modelo político que acabó otorgando derechos civiles y políticos a la mayoría poblacional negra en Sudáfrica.

Electoralmente quien se abstiene asume lo que la mayoría ha decidido. Quien no participa, se conforma con lo que viene dado por quien si se molesta en hacer ver su voluntad. Una neura individual, es asumible. Muchas neuras particulares, no hay problema. El problema es si quienes tienen una visión de la realidad, como gotas de agua, se juntan, se unen, y se visualiza un conjunto marítimo que piensa en una determinada dirección, más si cabe si son mayoría en un determinado ámbito. Y la mejor manera, la más probable y comprobable es la electoral, en que no quepan dudas acerca de la verosimilitud de esa mayoría. Que ha de ser estable durante cierto tiempo para estar legitimada en sus planteamientos. Pueden pretender ocultar esa realidad, obstaculizar su traslación en representación, pero eso no importa. No pasa nada. Los números no mienten, ahí estarán las matemáticas para mostrar una opción que numéricamente, sobre el censo, sobre el total de la población sea la preferida. Y eso no se puede ocultar. Ahí está la clave del asunto.

Segunda cuestión, si constituir una especie de Comité Nacional para la Transición tiene alguna utilidad real. Bueno, puede que conceptual y teóricamente si que lo tenga, pero ha de tener un pueblo detrás que lo respalde. Y algún tipo de actividad institucional que lo encarne y de soporte. Porque puede ser muy bonito hacer política de arriba hacia abajo como hacen los señores castellanos, pero la verdadera democracia surge de abajo y se construye hacia arriba. Por ello, la base es fundamental. Sin ella, no hay nada. 

Los catalanes tienen uno de estos consejos para la transición nacional, pero tienen una mayoría parlamentaria que le da soporte, con un gobierno que la impulsa, con una asociación de municipios para la independencia que agrupa a la mayor parte de municipios y comarcas de Catalunya. Con 6 años de movilizaciones de entre 1 y 2 millones de personas, entre 2010 y 2015, con pruebas de consultas por municipios entre 2010 y 2011 que agruparon muchos cientos de miles de personas. Actividad en la calle, con una sociedad movilizada y concienciada. Actividad política a todos los niveles, participación institucional y electoral. Un proceso de amplio espectro, culminado en la transición nacional. ¿Que de esto existe en Canarias?

Es imprescindible comprender que para cuando se hizo el referéndum del 9 de noviembre de 2014, la sociedad catalana era consciente no sólo de las preguntas, sino también de las respuestas. Tan consciente que no importó la prohibición, y se hizo de una u otra manera, con casi 2 millones de votos independentistas. No es sólo hacer cosas con nombres bonitos, sino que la sociedad esté preparada para los pasos que hay que dar en la senda que se haya elegido, sea la que sea. Es imprescindible, puesto que un estado se puede conseguir en 24 horas, pero construir una sociedad, una nación, una patria que le dé cuerpo a ese estado nuevo que se quiere construir, eso es mucho más complejo y lleva su tiempo. Es por ello que, normalmente, los procesos independentistas suelen ser longevos en el tiempo.

Lo mismo podemos decir del Referéndum celebrado en Escocia, en el que el partido en el gobierno de Escocia, el SNP, desde las Instituciones, impulso un Referendum de autodeterminación que estuvieron a punto de ganar, y aunque lo perdieron consiguieron arrancar de Londres toda una serie de nuevas transferencias y mayor autogobierno, entre otras cosas, y nada impedirá que con el tiempo vuelvan a convocar un nuevo Referendum.

Ahora abordemos la reflexión acerca de la fortaleza interior versus la influencia externa. Llámese UE, UA, ONU, OSCE o el organismo o país o grupo de países que se quiera, no van a impulsar independencia alguna. Salvo contadísimos casos, como el de Panamá en 1903 respecto a Colombia. Por dos motivos, primero, porque no puede haber un procedimiento estandarizado por el que los estados del mundo propicien el camino para su suicidio, y segundo, porque cada país, cada patria, cada nación, debe poder contar con su propio camino, con sus propias herramientas, para alcanzar el status que considere se ajusta mejor a sus necesidades. 

Es por ello que desde el ámbito internacional no van, jamás, a impulsar o a frenar, simplemente, llegado el caso, reconocer. Poner el lazo de la certificación internacional, un fait accompli, hechos consumados. La cuestión siempre es interna, donde una mayoría social, sostenida en el tiempo, si existe, si se manifiesta (y la mejor manera es electoral, participando en los procesos en urnas), a la luz de la sentencia del tribunal supremo del Canadá respecto a Quebec en 1998 no acabará quedando sino el remedio de sentar a las partes a negociar, aún cuando el camino a desbrozar no venga dentro del marco constitucional vigente. O, mejor dicho, aún cuando la interpretación deba ser mucho más flexible. En lo que dice la ley, y en lo que no dice, y que podría usarse para construir algo alternativo.

Son las voluntades de las mayorías, con el debido respeto a las minorías, dentro del marco de todos los estándares internacionales de derechos humanos los que deben guiar el futuro de los pueblos, que se reconozcan como tales. Es dentro de sí donde está la verdadera lucha de ser para decidir. Sin ser, no hay nada que hacer. Primero hay que ser. Y ser conscientes de que se es. Y visualizar que se es. Y que se es mayoría. Y tener ese diagnóstico hecho, planteado. A partir del cual poder avanzar hacia la dirección que se decida. Legítimamente, colectívamente. Considerando que si los propios no avanzan, no serán otros los que suplan el trabajo interno. Es por ello que el pueblo en marcha son los partidos y las asociaciones, agrupaciones sectoriales y territoriales, que vehiculicen, que estructuren, que den cuerpo a esas voluntades. Organización, fundamental. Identidad, para unir. Con símbolos que agrupen, que integren, sino a todos, si a la mayoría. Son cuestiones fundamentales para poder tener un futuro al que aspirar.

Segunda reflexión, la de la viabilidad a medio o largo plazo. Pedro Luis Uriarte dice que Euzkadi en este momento, sobre todo gracias al sistema del concierto y del cupo, con una gestión brillante por parte de unas administraciones públicas ejemplares (no conviene confundir una herramienta con su uso; una buena herramienta en malas manos puede no funcionar nunca; y una mala herramienta aún en las mejores manos, no surtir efectos jamás) haría viable una posible independencia vasca. Pero no Catalunya, que no sería viable, pues actualmente tiene unas deudas acumuladas hasta el año 2122. 

¿Canarías sería viable? Alguien tendrá que responder, si la voluntad es ir a la independencia. Aunque antes que eso, más importante es la no dependencia. Antes que independentistas, hay que ser no-dependentistas. Buscar cada vez depender menos de decisiones tomadas desde fuera de Canarias. Ahí ya hay una buena, importante labor para hacer. Sin salir de dentro del estado español. Maximizar ese capítulo impulsará que el salto al vacío que supone cualquier independencia sea menor, y más asumible. Es por ello que los catalanes se han dado 18 meses antes de declarar la independencia, para ir poniendo en pie estructuras de estado que permitan la supervivencia del nueva y recién nacida República de Catalunya, si es que se produce, cuando sea que toque.

No por querer ir más aprisa se camina más lejos. Si quieres ir rápido, camina sólo. Si quieres ir lejos, no dejes a nadie atrás. Agrupa, cohesiona. Y ten las ideas claras. Sobre todo esto. Destruir es fácil, construir es lo complejo. No hay atajos. Es duro, largo y difícil, pero la construcción de las naciones ha sido siempre así. Y no hay otra forma que esta. Y un elemento final para concluir. Y es que no necesariamente el horizonte final de Canarias tiene que ser la independencia de España. España es un estado plurinacional que, hoy por hoy, se niega a sí mismo, en su realidad compuesta. Pero es deber de España, y sobre todo de lo que se considera como Madrid Político, el de considerar si España quiere,y si puede, ser un Estado que acoja, respete e impulse las señas de identidad política, económica y social de la nación canaria. Es una respuesta que deben dar ellos, los españoles. 

Mientras tanto, Canarias, debe poder aspirar a tanto autogobierno como se pueda pagar, y para ello debe haber tanta actividad económica, bien diversificada, que permita la generación de riqueza que sufrague todos los servicios necesarios para un Estado de Bienestar en Canarias. Con o sin la existencia de hidrocarburos bajo sus aguas. A fin de cuentas, sea como nación dentro del estado español, o como estado aparte y propio, es de la viabilidad de la realidad canaria cara al futuro de lo que estaríamos hablando. Es importante, es fundamental.

Canarias tiene futuro. El que quiera, el que crea, el que considere. Pero primero, ha de creer en sí misma. Y mostrarse al mundo, pues naturalmente, como es. Y no como otros quieran que sea. Formarse, informarse y ser consciente de lo que es y de lo que podría ser, sin tratar de mediatizar. Procesos que sean absolutamente naturales. Ni yo sobre ti, ni tu sobre mi. No impedir, no imponer. Y que, libre, democráticamente, y en paz, sobre todo en paz, la paz que exigen los procesos de autoconsciencia y de libertad de los pueblos en el marco de la Europa Occidental política en la que se ve inserta Canarias (aunque sea una realidad africana) exigen. Así parecen pinados los bolos. Y así deberá seguir la partida, esperando hayan sido expuestas las humildes divagaciones acerca de las dos cuestiones y las dos reflexiones planteadas. Y que sea lo que las y los canarios libremente quieran ser. Canarias, por sí y la humanidad.




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