Según las crónicas de la conquista de Gran Canaria, el 24 de Junio de 1478 desembarca Juan Rejón por el “puerto de las isletas” y funda el Real de Las Palmas, que dio origen a la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Actualizado los textos del castellano antiguo, la crónica matriciense viene a decirnos que:
“Tomaron un canario viejo que en aquel tiempo estaba mariscando a la orilla del mar, el qual trajeron luego a la bandera y entre otros avisos o consejos que dió a los nuestros les dijo que asentasen su real en un lugar que les enseñó, que se decía / Guiniguada, que era lugar fuerte y eminente y a la vista del puerto y sus navíos, con agua bastante y el río de Guiniguada, barranco que llevaba agua perpetua a la mar, que pasaba a el pie de este sitio, el cual se dice ahora la ciudad del real de las Palmas por haber muchas en él, particularmente tres muy altísimas”
Vemos que, según las crónicas, fue un desembarco pacifico en un área despoblada en el que un grupo de alegres aventureros castellanos, explorando la costa, fundan su campamento en un frondoso montículo de palmerales y grandes árboles (hoy plazoleta de San Antón en el barrio de Vegueta).
Las crónicas nos dicen también que a los tres días se presentan los canarios y se produce la primera batalla de la conquista, conocida como la Batalla del Guiniguada.
Estos pasajes han despertado algunas preguntas a lo largo del tiempo; ¿Porque los canarios no reaccionaron antes? ¿Estaban de fiesta? ¿Estaban borrachos como alguno ha querido apuntar?
Y es que, a lo mejor, la historia no fue como nos cuentan las crónicas. El análisis de diversas fuentes y el sentido común nos indica que la historia no fue asi. La tradición oral también nos da una versión muy distinta. Vamos a explicarlo.
Hoy se saben varias cosas. Se sabe que los barcos y las tropas que vinieron a la conquista de Gran Canaria vinieron formando parte de una armada mucho mayor. Los reyes de Castilla habían preparado dos flotas: una para comerciar en la Mina de Oro y la otra destinada a la conquista de Gran Canaria. Las dos navegaron juntas desde Sanlúcar de Barrameda hasta Canarias. En total eran unos 35-36 barcos entre carabelas y naos. Unos 25 navíos venían a la conquista de Gran Canaria y 11 al comercio con la Mina de Oro en Guinea.
La carabela castellana de los siglos XIV y XV era un barco ligero y maniobrable, barcos de descubrimiento, comercio y exploración. Una carabela (50-200 toneladas) llevaba una tripulación de 15-30 hombres en misiones normales. En expediciones militares o de exploración, podía transportar hasta 50-70 soldados adicionales, es decir hasta un total de unos 100 hombres, y entre 5-10 caballos.
Las naos (naos, urcas, carracas) eran barcos mayores, buques robustos de entre 100-400 toneladas, con capacidad para transportar 100-400 hombres y entre 20-40 caballos. Eran ideales para invasiones, con espacio para artillería y suministros. En la flota de 1478, al menos 2-3 de estos grandes barcos llevaron artillería y tropas iniciales.
Alonso de Palencia, cronista de los Reyes Católicos, establece en 1.300 el numero de tropas que vienen a la conquista de Gran Canaria, incluyendo peones y hombres de a caballo. Pero en diciembre de 1479, es decir unos seis meses después del desembarco de Juan Rejón, en una provisión dada por los Reyes Católicos al nuncio y comisario apostólico de la santa indulgencia y conversión de Canarias se menciona la comprometida situación en la que se encontraban las tropas enviadas para la conquista de Gran Canaria desde Sevilla, en número superior a los 3.500 hombres.
Las crónicas de la conquista de Gran Canaria en cambio nombran unos 670 peones y 40 jinetes para el periodo 1478-1480 y 830 peones y 125 jinetes para el periodo 1480-1483. Es decir 700-1000 hombres. Pero la documentación histórica nos dice que eran muchos más, como hemos visto, y como demuestra el profesor Lobo Cabrera en su libro “La conquista de Gran Canaria (1478-1483)
También sabemos que la estrategia de la conquista de Gran Canaria fue diseñada por Fernán Guerra, adalid mayor de la conquista de Gran Canaria y Fernando el Católico. Un adalid es la segunda persona al mando de una hueste.
[…] el Rey […] le había mandado, entre otras hablas, que viniese otro día, de madrugada, al cuarto de la campana gorda, por el postigo de Jerez, a hablar con Sus Altezas, y que nadie le viese ni fuese otra persona con él; […] y que cuando volvió […] dijo cómo Su Alteza le había preguntado por la conquista de esta isla, delante de un secretario suyo; y que él se lo había dado todo por escrito, y qué población y lugares había en la isla, y el tamaño de la isla; y […] qué gente había de pelea, y qué gente sería menester venir de Castilla, para conquistarla y ponerla debajo de la obediencia de Sus Altezas esta isla, y qué navíos serían menester, y que asimismo todo se lo dio por escrito; y que […] Su Alteza le había preguntado si conocía maestres de navíos y que le llevase algunos […]
Tal y como nos indica la pagina de Proyecto Tarha:
“La profesión de Fernán Guerra era la de almogávar; es decir, peón experto en internarse en territorio enemigo. Profundo conocedor de la geografía de las Islas, de sus fondeaderos, puertos, caminos y, por supuesto, del idioma y costumbres de los antiguos canarios, experiencia que compartiría con su convecino, el joven lengua o faraute –intérprete– Juan Mayor, estos saberes hacían de Guerra el guía ideal, tanto para entablar tratos con los líderes indígenas como para la práctica de la captura y mercadeo de mano de obra esclava.
El de Guerra, por tanto, era un oficio de alto riesgo personal compensado por los beneficios económicos que le reportaba, máxime si tenemos en cuenta las condiciones de extrema pobreza en las que sobrevivían los lanzaroteños. Así, tres de los ocho testigos de la información de méritos, conquistadores viejos en su mayoría, señalan la participación de Guerra en diversos combates y que este conocía perfectamente la isla de Gran Canaria porque había sido cautivo de los indígenas.”
El cronista Alonso de Palencia conjuntamente con el Asistente de Sevilla Diego de Merlo, fueron los comisionados reales encargados de organizar la conquista de Gran Canaria. Fue una empresa conjunta entre la Iglesia y los Reyes Católicos, financiada con indulgencias y bulas papales, yendo como capitanes el militar aragonés Juan Rejón y los eclesiásticos Juan de Frías, obispo del Rubicón y Juan Bermúdez, deán del Rubicón. Como adalid, es decir como segundo al mando en el escalafón militar, iba el ya mencionado Fernán Guerra. Al obispo se le reservaba el monopolio de la orchilla canaria mientras durase la empresa con el fin de compensarle los gastos que aquella le ocasionara y la Iglesia recibiría parte del botín en tierras y esclavos.
Pero además de todo esto hoy también sabemos otras cosas. Gran Canaria tiene tres puertos o fondeaderos naturales cuando se navega de norte a sur o de este a oeste siguiendo los alisios; La Rada de Gando, el Puerto de Arguineguín y la Bahía de las Isletas (Las Palmas de Gran Canaria). Por tanto esos tres lugares eran lugares de comercio, especialmente la rada de Gando, hasta que la torre de Gando, construida por Diego de Herrera, fue destruida por los canarios al mando de Maninidra, Doramas y Nenedán, según recogen las crónicas y la tradición oral.
La importancia del Puerto de las Isletas como centro de comercio y comunicación también está demostrado por ser el lugar donde se reúnen Diego de Herrera, señor de Lanzarote, con los nobles de Gran Canaria para firmar el llamado Pacto de las Isletas o Acta de Zumeta (ver LeCanarien Ediciones: Los pactos indígenas de Gran Canaria y Tenerife – Una revisión cronológico-contextual)
También sabemos que la desembocadura del Guiniguada era uno de los grandes palmerales de la isla, junto a los de Tamaraceite, Arucas o Galdar. Todos ellos con gran población. El entorno posee amplias zonas de marisqueo, además de agua dulce y tierras de potencial para la agricultura como demuestra la existencia de las vegas de San Cristóbal y de San José, además de los terrenos de cultivo del propio Guiniguada. En definitiva era un lugar con recursos que permitía el sostenimiento de una amplia población.
Por ultimo la arqueología también demuestra que el lugar estaba habitado. No solo existen numerosas cuevas de habitación en el entorno del Guiniguada, sino casas de los antiguos canarios en la zona de Vegueta, donde se asentaron los conquistadores y poblados como los de las cuevas del provecho en la subida de Mata.
Y ahora que hemos hecho este repaso a lo que sabemos, ¿Qué nos cuenta la tradición oral? La tradición oral nos dice que en el Guiniguada había un poblado de unas dos mil personas. Que una mañana poco después del solsticio de verano aparecieron dos grandes barcos por el horizonte (posiblemente dos grandes naos).
Un grupo de canarios los esperó en la orilla, con comida, como otras veces que venían naves a comerciar durante el día. Pero las naos no fondearon, prosiguieron hasta la orilla y las encallaron. A continuación bajaron unas rampas que tenían preparadas para el desembarco. Desembarcaron infantería y caballería, al menos 25-30 caballos. Y arrasaron con todo el poblado. Fue una masacre. Los canarios fueron sorprendidos, no tuvieron tiempo de prepararse, ni de defenderse. Los mataron a todos: hombres, mujeres, ancianos, niños, bebes. El llanto de niños y bebes era muy corto, dice la tradición. Tan solo unos pocos pudieron escapar barranco arriba para avisar a los demás.
Los castellanos no necesitaban que nadie les dijera donde acampar - como cuentan las crónicas - ni mucho menos que se les apareciese Santa Ana para indicarles graciosamente el lugar a tan alegres aventureros. Fernán Guerra ya conocía la isla y había diseñado la estrategia con Fernando el Católico. El terreno, al ser llano, era propicio para la caballería. No dieron cuartel, no cogieron prisioneros, no perdonaron a nadie. Fue una masacre premeditada, un exterminio total del poblado cuyo objetivo era producir terror y shock psicológico en toda la isla.
El agua que corría por el Guiniguada quedó roja. Quemaron los innumerables cuerpos y saquearon las provisiones del poblado. Luego hicieron una misa y un festín para celebrar la ganancia. Una matanza y un festín en el que también participaron los frailes.
Sobre el poblado del Guiniguada montaron su campamento, aprovechando las casas nativas, las piedras y los árboles que talaron para levantar sus defensas. Tuvieron tres días para completar las fortificaciones antes de que los canarios se presentaran a librar batalla.
No, el 24 de Junio no se fundó la ciudad de Las Palmas, porque ya estaba fundada. El Real de Las Palmas se levantó sobre un poblado nativo exterminando a la población. La fecha tampoco fue casual. Los canarios estaban en fiestas, las fiestas solsticiales que duraban nueve días. Esto lo sabia Fernán Guerra. La misma táctica la utilizó luego Fernández de Lugo en la conquista de Tenerife, desembarcando durante las fiestas de Mayo en Añaza.
Fue un exterminio premeditado que obedecía a una estrategia militar y psicológica. Un acto que obedece al uso de la estrategia del terror que los castellanos usaron profusamente tanto en Canarias, como en Granada, como en América (ver Espino López)
Faltaría explicar porqué el resto de los canarios tardan tres días en presentar batalla en el Guiniguada contra los invasores. Algo que no explican las crónicas y que ha estado sujeto a toda clase de especulaciones. No, ni estaban borrachos ni estaban de fiesta. La razón es muy sencilla. Los castellanos atacaron simultáneamente por muchos lugares y al mismo tiempo. Mientras la fuerza principal desembarcaba en el Guiniguada, otros ataques y entradas se estaban produciendo en las costas de Telde, de Gando, de Galdar, de Agaete, etc... Ya hemos dicho que la expedición de la conquista de Canarias vino insertada en la expedición castellana al golfo de Guinea con un total de 35 barcos. Y el propio Alonso de Palencia, cronista de los Reyes Católicos, nos cuenta que todos esos barcos asaltaron las islas tratando de "hacer presa", es decir, de robar botín y capturar esclavos, antes de proseguir hacia el Golfo de Guinea. Las únicas islas que podían asaltar eran las que faltaban por conquistar, es decir Gran Canaria, La Palma y Tenerife.
Los documentos históricos también nos cuentan que detrás de la flota castellana vino una flota portuguesa que trataba de interceptarla. Los portugueses habían preparado una gran flota pero con prisas. No podían enviarla hasta Guinea porque no disponían de víveres suficientes, pero si a Canarias.
La noticia de la llegada de la flota portuguesa hizo que la flota castellana huyera hacia Guinea, incluyendo parte de los efectivos que estaban destinados a la conquista de Gran Canaria y que, o no habían desembarcado o habían sido rechazados por los canarios en sus intentos de desembarco.
Los portugueses tenían unas 20 carabelas y unos 1.600 soldados y contactaron con los canarios por el puerto de Sardina, cerca de Galdar para, en cooperación con los canarios, derrotar a los castellanos del Real de Las Palmas atacándolos por mar, mientras los canarios atacan por tierra. Pero el 27 de julio se desató un temporal que impidió el ataque. A los cinco días los lusos desistieron y se retiraron.
La flota portuguesa consiguió capturar algunos de los barcos castellanos que estaban haciendo entradas por diferentes puntos de las islas. Capturan unos 200 prisioneros castellanos que enviaron a Portugal en cinco barcos. También capturan varios barcos castellanos cargados de víveres, por lo que ahora si pueden continuar en persecución de la flota española hacia Guinea, donde la derrotan.
El hecho de que los dos barcos de Rejón estuvieran encallados posiblemente evitó que fueran capturados por la flota portuguesa.
Es muy posible, por no decir casi seguro, que los canarios capturados por los castellanos en las incursiones que hicieron en esa expedición fueran vendidos en el Golfo de Guinea como esclavos a cambio de oro. Las crónicas cuentan que el producto más apreciado por los subsaharianos resultaron ser los esclavos. Por ello, el comisario real de la flota castellana de Guinea - Berenguer Granel - decidió enviar dos barcos a buscar esclavos a otras regiones costeras para conseguir aún más oro. Esto retrasó su partida y permitió que fueran sorprendidos y derrotados por la flota portuguesa.
Finalmente decir que las dos naos que son encalladas en el Guiniguada tendrían una capacidad para unos 700-800 hombres y 40 jinetes. Que concuerdan aproximadamente con las cifras que recogen las crónicas. Pero este contingente seria reforzado posteriormente hasta llegar a las 3.500 personas como mencionan los documentos históricos.
Faltaría uno de los tres grandes barcos que algunas fuentes atribuyen a Rejón, ese tercer barco, en caso de ser una Nao, tendría una capacidad para otras 400 personas o para los aprovisionamientos, y esto completaría los 1.300 hombres de que habla Alonso de Palencia para los inicios de la expedición. Y reservar una nave para el aprovisionamiento y para poder conservar capacidades logísticas tenía sentido. Quizás fuera una de las naos apresadas por los portugueses. También es posible que esa tercera nao se reservase para los víveres y los 400 hombres que faltan en el desembarco de Rejón viajasen en otros barcos de la flota.
Así que la próxima vez que celebres las fiestas de San Juan en Las Palmas de Gran Canaria, antes de los fuegos, antes de celebrar con alegría el nuevo ciclo, tomate un minuto para acordarte de los que masacraron ese día. Porque yo no celebro la fundación de nada, pero si las fiestas solsticiales, la fiesta nativa de la que se apropiaron.

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