Ginés Cabrera Bethencourt fue comisario del Santo Oficio de Fuerteventura (1548-1616) - es decir de la Inquisición - en esa Betancuria de clérigos, señores y regidores, de superioridad, de acaparamiento, de diferenciación de papeles y de status. En su padrón de moriscos de 1594, nos cuenta:
“Las moras grandes y pequeñas... sus amos usan dellas libremente y los demás que a ellos les parecía en el vicio de la carne y comerciaban las doncellas a los mayores precios para ese efecto, las cuales empreñándose de quien fuera, que hubieren tenido acceso carnal… publicaban como gente cautelosa que los hijos que parían eran de sus amos… o de los hombres más honrados… y así tomaban sus apellidos”. (Encinas 1979: 33)
Lo de tomar sus apellidos como que tampoco tanto. En los papeles del propio vicario Ginés aparece un largo rosario de niños, hijos
de esclavas, consignados con la única filiación: "(nombre) hijo de esclava de (nombre del dueño)
y padre no conocido"
De hecho se castigó a una morisca llamada María Riberol en 1587 por decir que las moriscas no se deberían casar con cristianos viejos porque estos tenían sus “vergüenzas llenas de gusanos” sino con moriscos que están sanos. La multa fue reconciliación y 20 doblas. Las vergüenzas llenas de gusanos se refiere a que estaban podridos de enfermedades venéreas.
Yo no tengo la menor duda que señá Maria estaba en lo cierto, pero ya sabemos la hipocresía de la gentuza que nos conquistó. También fue acusada de bailar “zambras” y “laylas”, cantándose al uso de moros y tañendo una gaita. Grave ofensa moral, por supuesto y no como la de esclavizar niños y prostituir mujeres que estaba bien vista. Que ya sabemos que había que salvar el alma de aquellos infieles y aquellos paganos que andaban desnudos, bailando y fornicando. Había que atraerlos a la fe católica para dirimirlos de sus pecados,... y de paso prostituimos a las mujeres.
A este respecto el obispo don Cristóbal de la Cámara y Murga se hace eco de este uso, y de las prácticas inmorales que los dueños hacían de sus esclavos, cuando dice en sus sinodales: «Grave delito y digno de exemplar castigo cometen los señores de esclavas, que usando mal del dominio que en ellas tienen, no sólo las consienten estar amancebadas, pero las exponen a pecar...»
Pero los cautivos tenían, además, otras utilidades: así podías saldar una deuda o una
promesa con la Iglesia dándoles un negrito, que ya sabemos que a la Iglesia siempre le han gustado los niños. El capitán Baltasar Dumpiérrez, vecino de Malpaso,
declaraba en su testamento tener una esclava con tres negritos, dos hembras y un varón; había prometido que de las dos hembras, la más vieja
llamada María, si Dios fuese servido de darle fruto, el primero que
tuviese sería para la Virgen de Candelaria.
Pero que hombre más piadoso y que buena la Santa Madre Iglesia que vela por las buenas costumbres mientras castiga y persigue las costumbres licenciosas de aquellas salvajes bailando desnudas.... o vestidas. Mejor meterlas a putas y sacar dinero con ello,... Faltaría más!!
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