A veces hay que dejar las emociones a un lado y saber diferenciar entre lo que es y lo que nos gustaría que fuese. Independientemente de simpatías y antipatías, el mundo ha cambiado y no hay vuelta atrás. De lo que estamos siendo testigos es de la sustitución de la hegemonía cultural postmoderna por una nueva vanguardia; lo sistémico-integral.
Los valores postmodernos serán sustituidos por los valores integrales, pero mientras eso ocurre, mientras lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no termina de nacer, es el tiempo de los monstruos. Al sustituir lo postmoderno por lo integral tendremos singularidades no solo en factores del ámbito externos como la tecnología, sino también en el ámbito interno como nuestra cultura, valores o en la forma en la que vemos e interpretamos el mundo.
Pero todavía hay una guerra cultural entre la postmodernidad que se resiste a reconocer su errores y lo integral que está surgiendo. Los valores postmodernos siguen atrincherados en la vieja Europa mientras que los valores integrales están en una Alianza Impía con los valores modernos y conservadores por necesidad y matemática electoral en USA.
Bajo este marco de referencia todas las acciones de la Administración Trump, tanto internas como externas, cobran sentido. Actualmente hay mucha confusión porque la gente falla en reconocer que ni la Administración Trump ni sus políticas son homogéneas. En ella confluyen al menos tres grupos o niveles de conciencia.
Los grupos que apoyan el movimiento MAGA tampoco son homogéneos. Por un lado están los protestantes evangélicos y los católicos tradicionales, la parte más conservadora y que creen que están en una Santa Alianza a favor de la recuperación moral de Occidente y el engrandecimiento imperialista de la madre patria. Por otro lado están los empresarios “racionales” enfocados al "logro" y los tecnomilenials, que están en una Alianza Impía por la necesidad de cambiar de rumbo y salir del agujero en el que las políticas woke postmodernas han sumido a las sociedades occidentales.
Dentro de la administración tenemos a conservadores cristianos como Pete Hegseth y sobre todo el vicepresidente JD Vance, tratando de imponer un discurso ideológico y cultural fuertemente conservador. Por otro lado hay un sector profesional, tecnocrático y pragmático que entiende que la reforma es necesaria y que esas son las cartas con las que hay que jugar. Aquí podemos incluir al secretario del Tesoro Scott Bessent, a Robert Kennedy Jr, a Marco Rubio y a Elon Musk. Y en medio de ambos grupos y niveles de conciencia los hombres de negocios prácticos y orientados al logro como Howard Lutnick o el propio Trump, que hacen de puente. Un puente que es posible gracias a las tendencias autocráticas, egoicas y nacionalistas del propio Trump.
Así el sector conservador estaría en el nivel azul-autocrático de la dinámica espiral, los hombres de negocio prácticos como Lutnick en el nivel naranja-racional, los tecnópragmáticos como Musk en el nivel amarillo- integral, mientras que el propio Trump estaría a caballo entre el azul autocrático y el naranja racional.
El grupo integral entendería que esa Alianza Impía es necesaria por la necesidad de hacer frente al enemigo común, entendiendo el autoritarismo como un mal menor necesario para contrarrestar los excesos de “tolerancia” hacia niveles de conciencia inferiores, especialmente el egocéntrico (rojo) que se encuentra desatado y sin límites en la cultural “woke” de la postmodernidad. Un nivel de conciencia egocéntrico que podemos encontrar también en las bandas criminales, en muchas de las manifestaciones del feminismo radical y en muchos de los inmigrantes ilegales que han entrado en Estados Unidos y Europa, que se aprovechan de que la cultura woke confunde lo pre-racional con lo post-racional.
Una inmigración ilegal que fue usada como arma política y demográfica por parte del Partido Demócrata orientada a volver azules no solo los llamados “Swing States” sino estados republicanos como Texas, y que amenazaban con transformar el sistema americano de un sistema bipartidista a uno de partido único. Un autentico golpe de estado encubierto, el segundo intento, a punto de hacer la situación irreversible como dijo recientemente Musk en una entrevista con Joe Rogan.
Lo que une a los tres grupos de la Administración Trump son dos cosas; el sentido de urgencia y el convencimiento de que la reforma es necesaria e inaplazable, no solo por la inmigración sino por la deuda. En este sentido las declaraciones de Scott Bessent en la CNN son reveladoras “Lo más fácil para nosotros habría sido mantener este gasto masivo. Pero es insostenible. ¿Podríamos haberlo mantenido otros cuatro años? Sí, quizás, pero nos arriesgamos a una catástrofe financiera en el futuro.”
Lo segundo que les une es el patriotismo y un enemigo común; “la mentalidad woke” representada por la administración Biden. Una ideología que entienden agotada y que es la culpable de las políticas que nos han llevado a esta situación en Occidente. Dentro de esa guerra cultural ven a Europa no como la aliada tradicional sino como el refugio de esa mentalidad woke-progresista. De ahí las palabras de los conservadores Vance y de Hegseth en Münich de que el enemigo de Europa es interior.
Pero la vanguardia no son los neoconservadores como Vance o Hegseth, ni Trump, ni la postmodernidad igualitaria, sino lo integral-sistémico. Por eso tenemos que preguntarnos ¿que es lo integral-sistémico?
Si lo racional moderno es la mente y lo postmoderno es lo emocional, lo integral es “la mente con corazón”. En este nivel de conciencia se entiende el mundo como resultado de la interacción de varios sistemas; algunos son jerárquicos, otros no. Se valora la espontaneidad y la excelencia, los valores equitativos y la meritocracia. El nivel integral-sistémico significa el conocimiento o la conciencia de que existen diferentes niveles de conciencia y conocimiento. No confunde lo pre racional y lo trans racional como hace lo postmoderno y entiende que en sistemas complejos - como la economía o la ecología - la lógica de primer grado no funciona.
También representa la capacidad de ejercer acciones asertivas. Por eso, idealmente, lo integral identifica a nivel sistémico lo que está fallando y pasa a la acción para corregirlo. Es capaz de discernir entre lo que beneficia a la sociedad en su conjunto y al proceso de evolución, y lo que conduce a la regresión. El interés y el progreso colectivos son más importantes que los intereses o el lucro individual. Por eso no toma decisiones basándose en el consenso postmoderno - que no llega a ninguna parte porque está explorando su propio mundo interior y el de los demás - sino que se enfoca en una dirección específica. Las decisiones claras y basadas no en el consenso sino en lo que es más verdadero y de mayor valor. Es decir, todas las posturas y opiniones tiene valor, pero hay posturas y valores con más valor y conocimiento que otras. La búsqueda del consenso postmoderno es sustituido por la visión, la capacidad de análisis y la ejecución.
En el siguiente artículo explicaremos como este marco integral, junto con la triple composición de la Administración Trump, explican perfectamente las políticas económicas, culturales y de relaciones internacionales que tanta confusión están creando.
Comentarios
Publicar un comentario
Los comentarios podrán ser moderados