Huella ecológica de Canarias |
La huella ecológica mide la demanda de
recursos de un territorio, y la biocapacidad la oferta de recursos que es capaz
de producir dicho territorio. Como la capacidad productiva de una hectárea en
diferentes partes del mundo no es la misma, ambos se reportan en “hectáreas
globales” - la media de la bioproductividad de todas las hectáreas consideradas
"productivas" en el planeta - para poder hacer una comparativa entre
territorios.
Estaríamos en equilibrio cuando la huella
ecológica es igual a la bioproductividad y tendríamos un déficit cuando la
huella ecológica es superior a la biocapacidad.
Canarias posee una elevada densidad
demográfica y un reducido tamaño (7.447 km2), lo que determina una alta presión
ambiental sobre los recursos naturales: elevadas ocupaciones hoteleras (en
torno al 80%), conducentes a un modelo de turismo de masas, grave déficit hídrico, intenso consumo
energético, alto ratio en la producción de residuos urbanos per cápita y
abandono de usos bioproductivos como los cultivos agrícolas.
En el periodo 1960-2019: la población se
ha multiplicado por 2,6 mientras que el número de visitantes se ha multiplicado por 255 y la
superficie cultivada se ha reducido a menos de la mitad.
La huella ecológica de Canarias es
altísima, lo mismo que su densidad poblacional, las islas centrales están entre
los 25 territorios más poblados del planeta, al tiempo que su biocapacidad, es
decir su capacidad de carga, es muy inferior a la media mundial.
El propio borrador de la Agenda Canaria de
Desarrollo Sostenible 2030 preparado por el Gobierno de Canarias, reconoce todo
esto en su párrafo 87 que afirma; “Asimismo, [Canarias] presenta una densidad
de población muy superior a la media nacional, que se concentra en las dos
islas capitalinas. El alto porcentaje de
ocupación turística supone entre dos y tres veces más consumo de energía y agua
per cápita, lo que incrementa la necesidad de infraestructuras y
equipamientos, entre otros.”
La huella ecológica de Canarias en el año 2000 era de 6,52 gha per cápita, superando ampliamente la Huella Ecológica media mundial (2,30 gha por cada habitante del planeta).
Si para el año 2000 el déficit ecológico per capita de Canarias era de 6,2782 gha/cap, en el año 2009 ya era de 7,7 gha/cap según un estudio del Gobierno de Extremadura[1] lo que se traduce en una intensidad de consumo equivalente a 4,18 veces el planeta. Este nivel de consumo nos sitúa entre las 8 huellas ecológicas per cápita más altas de todo el planeta.
Ese consumo de hectáreas globales hay que
ponerlo en relación con la biocapacidad del territorio. Una biocapacidad de
0,24 gha per cápita como la estimada en estudios (Fernández-Latorre, Diaz del Olmo, 2011) es muy inferior a la media del planeta
(1,70).y situaría a Canarias entre las 10 regiones con menor biocapacidad del
planeta.
Como resultado, el déficit ecológico del
Archipiélago es muy superior al de la Tierra. La relación entre la Huella
Ecológica de Canarias y el territorio productivo estándar disponible es de
26,94, esto significa que Canarias, en el año 2000 consumía unas 27 veces más
territorio del que dispone.
No es de extrañar que la menor
biocapacidad actual se dé en Gran Canaria (0,18) la isla con mayor densidad de
población y las más sobreexplotada turística y urbanísticamente - a pesar de
ser, junto con Tenerife, las islas del archipiélago con mayor capacidad natural
para albergar vida como lo demuestra el poblamiento prehispánico.
Cuando ponemos la huella ecológica en
relación con la biocapacidad nos da la reserva o el déficit de biocapacidad. Si
a la huella ecológica le restamos la biocapacidad nos da el déficit en gha. En
Canarias tendríamos un déficit de entre 7,5 y 8 hectáreas globales por
habitante, lo que podría traducirse el cuarto mayor déficit solo superado por
Luxemburgo, Aruba, Qatar y Singapur.
Ni siquiera vale el argumento de que “somos islas”… , excepto Singapur (-7,92) otras islas o archipiélagos tienen un déficit menor que el de Canarias; Bahrein (-6,91), Montserrat (-6,42), Trinidad y Tobago (-6,36), Bermuda (-5,64), Islas Cayman (-5,33), Japón (-4,30), Taiwan (-4,13) o Chipre (-3,87) no llegan a los niveles de Canarias
Si comparamos con territorios no
insulares entre los 15 valores de déficit más alto como Kuwait (-7,58), Israel
(-5,87) Oman (-5,60), Arabia Saudita (-5,12), Korea del Sur (-5.01) o Suiza
(-4.48), podemos observar que tampoco llegan a los niveles de Canarias.
Este nivel de consumo nos sitúa entre las
8 huellas ecológicas per cápita más altas de todo el planeta. Evidentemente la
causa no está en el exacerbante nivel de vida y de consumo de la población
local, cuyas tasas de paro son superiores al 20% y el nivel de pobreza y
exclusión social supera el 30%. Las respuestas hay que buscarlas en otra parte.
El déficit ecológico no es por emisiones de CO2 ya que Canarias es una de las comunidades que menos CO2 emite a la atmósfera (3,99% en el año 2014) sino por la Huella Ecológica Energética de Canarias que es en torno a dos veces superior a la de España o la de Andalucía. La presión ambiental que soporta Canarias es casi cuatro veces la de la Tierra. Más del 50% del impacto ambiental se debe al gasto energético, tan elevado que se necesitarían 3,84 planetas para cubrir la intensidad de este consumo (Fernández-Latorre, Diaz del Olmo, 2011).
Por un lado está que el
aprovisionamiento, tras la pérdida de los Puertos Francos y la entrada de
Canarias en la UE como región ultraperiférica hay que hacerla desde el
territorio peninsular español y no desde, por ejemplo, Marruecos que está mucho
más cercano geográficamente. Por tanto el coste de transporte aumenta la huella
ecológica energética.
Curiosamente Canarias no puede importar
libremente de terceros países al estar dentro del territorio europeo y de la
aduana común aunque, paradójicamente o no, también existe una aduana entre
Canarias y el territorio de la UE. Al contrario que en la época de los puertos
francos, en la que se aprovechaba la capacidad existente en las importantes
rutas oceánicas internacionales que pasan por Canarias, la estructura actual
del comercio canario hace que prácticamente todos los insumos se importen del
resto del Estado español, lo cual duplica el coste energético ya que los
contenedores hacen el viaje de regreso vacíos. Evidentemente este sistema no
está diseñado para satisfacer las necesidades de la población, que asume precios
de compra más elevados y mayores costes logísticos, sino que sirve a otros intereses.
Una segunda respuesta la podemos
encontrar en la regulación del mercado eléctrico canario que favorece a Endesa
y a REE en una especie de “derecho de pernada” monopolístico o cuasi
monopolístico, y en las dificultades que la legislación estatal puso al
autoconsumo solar en el conocido como “impuesto al sol” que retrasaron o
impidieron un modelo renovable descentralizado.
Finalmente se ha encontrado una correlación significativa entre la huella ecológica energética y el indicador PresTur –un ‘termómetro’ para medir la presión turística en el territorio y en la población local–, sobre todo respecto al número de plazas turísticas hoteleras y extrahoteleras por kilómetro cuadrado. Como ya hemos comentado el propio gobierno de Canarias reconoce que “El alto porcentaje de ocupación turística supone entre dos y tres veces más consumo de energía y agua per cápita”.
El análisis del consumo que hemos hecho
compara es el nivel de consumo por habitante en relación a la productividad por
hectárea del territorio. Ahora eso habría que ponerlo en relación al tamaño del
territorio y a la densidad poblacional.
Si lo hacemos descubriremos que en el año
2000 necesitábamos al menos 27 Canarias para mantener el nivel de consumo y
población. A 2019 con un 30% más de población y un 50% más de turismo
posiblemente necesitaríamos unas 35 Canarias.
Si a esto le añadimos los indicadores
sociales que muestran que Canarias tiene uno de los niveles de paro más
elevados de la UE y uno de los niveles de pobreza y exclusión social como ya
hemos comentado (ver informe AROPE), podemos empezar a tener una idea de la
magnitud de los excesos cometidos en Canarias y el nivel de extracción de
rentas y sobreexplotación que ha causado un modelo de desarrollo centrado en el
turismo, el consumo de suelo y la sobrepoblación.
[1] Balanza
ecológica de las comunidades autónomas elaborado por el Gobierno de Extremadura
de acuerdo a los datos del Ministerio de Agricultura de 2009.
Excelente Ancor, tu discurso tiene que extenderse al debate público cuanto antes.
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