Las leyes básicas de la estupidez humana es un pequeño texto de filosofía satírica escrito en los años setenta por el economista Carlo Maria Cipolla. Las cinco leyes básicas son estas;
Regla número 1: “Siempre, e inevitablemente, todo el mundo infravalora el número de estúpidos en circulación”
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno la rotunda veracidad de esta afirmación. Cipolla considera que por muy alta que sea la estimación cuantitativa que se haga de la estupidez humana, siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno la rotunda veracidad de esta afirmación. Cipolla considera que por muy alta que sea la estimación cuantitativa que se haga de la estupidez humana, siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
a) personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado resultan ser inequívocamente estúpidas;
b) día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que aparecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos menos oportunos.
Regla número 2: “La probabilidad de que determinada persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica”
El grado de estupidez no está asociado a ninguna otra característica de raza, sexo, nacionalidad o profesión. No importa que seas bombero, profesor universitario, albañil, ama de casas, pelirrojo o presidente del Gobierno. Vamos que no escapa nadie. La estupidez permea toda la sociedad.
Regla número 3 o de oro: “Un estúpido es una persona que ocasiona pérdidas a otra persona o a un grupo sin que él se lleve nada o incluso salga perdiendo”.
Así el desgraciado es aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás. Siempre sale perdiendo mientras los otros ganan; el inteligente es aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás, el bandido se beneficia perjudicando a los demás. Pero el estúpido, es el que hace que todos, incluido él mismo, pierda.
Regla número 4: “Los no estúpidos siempre infravaloran el poder dañino de los estúpidos. En concreto, olvidan constantemente que en todos los momentos y lugares y bajo cualquier circunstancia tratar o asociarse con estúpidos siempre suele ser un error costoso”. En otras palabras; "Quien con niños se acuesta amanece meado".
Regla número 5: “Una persona estúpida es lo más peligroso” / Corolario: “Una persona estúpida es más peligrosa que un bandido”
Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un bandido son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar la oportuna defensa.
Pero mientras que al bandido se le puede entender, al estupido no por dos caracteristicas. Su marco mental es irracional y por ello:
a) Uno es fácimente sorprendido por sus ataques,
b) Incluso cuando no lo hace, no puede organizar una defensa racional, porque su ataque carece de cualquier estructura”.
El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.
En otras palabras, apelando a la célebre frase atribuida a Mark Twain, “nunca discutas con un ignorante, te hará descender a tu nivel y ahí te vencerá por experiencia”.
Pero el autor también hace una diferenciación muy interesante entre los bandidos. Considera al "bandido perfecto" a aquel que mediante sus acciones obtiene para sí mismo un beneficio igual al coste que origina en los demás. Es el caso del ladrón que roba a otro cien euros sin causarle ningún coste adicional. Esta situación puede ser definida como un "juego de suma cero" en el que el conjunto de la sociedad ni gana ni pierde.
Incluso hay bandidos inteligentes, es decir aquellos que obtienen más beneficios que los costes que causan. Pero lo más habitual son los bandidos estúpidos, es decir, aquellos que para obtener un pequeño beneficio generan enormes costes a los demás. Por ejemplo imagínate un político que para financiar y llevarse una mordida de un millón de Euros, encarga un informe de 20 millones de Euros a una gran empresa alemana para estudiar la implantación de un tren que sabe que no es viable en una isla. Por ejemplo.
Si, querido lector, este tipo de político, perdón de bandido estúpido que causa un enorme perjuicio a la sociedad para ganarse unas migajas es bastante habitual encontrárselo en las instituciones políticas de las repúblicas bananeras y sus colonias.
También podemos incluir el ejemplo de aquellos que para ganarse unas perrillas y asegurar algunos votos enchufan en puestos de responsabilidad burocrático a algunos amiguetes y parientes incapaces. Si esto lo hace en instituciones menores donde lo único que tiene que hacer es poner sellos tiene un pase, pero cuando lo hace en áreas críticas para el desarrollo y el futuro de un país como el área universitaria, o el área de Innovación y Desarrollo pues el análisis coste-beneficio es aún mas demoledor.
Lo mismo para aquellos que a cambio de que les mantengan en la poltrona venden las posibilidades del desarrollo de su tierra a los fuereños y se arrodilla a los pies del amo. Es decir, los medianeros de la finca que el amo mantiene en su puesto a cambio de migajas. ¿Les suena familiar?.
Si todos los miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres. Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar. Pero cuando los bandidos estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente. La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece.
¿Por qué entonces unas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Pues depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.
En realidad el objetivo del Bandido en el poder no es engañar una vez sino seguir engañando, para ello ha de eliminar a los inteligentes y mantener a los ingenuos y desgraciados en su ignorancia |
En las sociedades en decadencia, se observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de bandidos con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados incautos e ingenuos.
(continuará...)
PD: En la segunda parte de este artículo profundizaremos en las causas de la estupidez humana pero desde una perspectiva de la psicología evolutiva )
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