El rechazar las donaciones de particulares es rechazar a la Sociedad Civil y desempoderar las iniciativas y acciones ciudadanas. Detrás de todo ello subyace la mentalidad de someter la voluntad del ciudadano a la de los políticos-funcionarios recortando sus libertades y su capacidad de acción.
En este país de pandereta se ha armado un gran revuelo por la donación de Amancio Ortega, través de una Fundación suya, de equipamiento médico contra el cáncer a la Sanidad Pública. España es una sociedad que tradicionalmente confunde el culo con las témporas. Determinados determinados individuos como Alberto Jarabo el líder de Podemos en Baleares califica la acción de "limosna de millonario", la portavoz de Podemos en el Parlamento de Navarra, Laura Pérez, la califica de "filantropìa barata", la exdiputada de Izquierda Unida en el Parlamento de Aragón Carmén Sánchez Bellido presidenta de La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública emitió un comunicado de rechazo a las donaciones de la fundación de Amancio Ortega argumentando que "Aragón no tiene que recurrir, aceptar, ni agradecer la generosidad, altruismo o caridad de ninguna persona o entidad" o Guillermo de la Barreda, presidente de la federación canaria de la ADSP y exsecretario insular de Sanidad del PSOE de Tenerife que se pronunció en la misma linea.
Evidentemente para la reclamación de un mejor sistema de financiación autonómico no hace falta caer en comparaciones y criticas demagógicas a la ayuda privada.
No voy a entrar a valorar la figura de Amancio Ortega, ni el efecto de la globalización, ni el beneficio fiscal que puede obtener a través de esta acción, ni en ninguna de las otras acusaciones. No estoy aquí para defender a Amancio Ortega ni para romper una lanza a favor de él sino para defender el derecho del ciudadano a actuar política y socialmente desde la Sociedad Civil. Cuando se produce la captura de la sociedad civil por el poder político esto desemboca en la creación de privilegios, el estancamiento y el subdesarrollo económico. Por tanto aqui hay en juego algo de muchisimo más calado que la donación concreta de un individuo en particular.
La Sociedad Civil es un actor incomodo tanto para aquellos que buscan mantenerse en el poder sacrificando el bien común en aras de intereses particulares como para aquellos que tratan de capturarlo o asaltarlo. Unos intentan acabar con la acción de la Sociedad Civil mediante la Ley Mordaza, el déficit educativo, la manipulación mediática o mediante los intentos de evitar o dificultar la financiación privada de las asociaciones y fundaciones, tal y como ha hecho el PP. Otros como personas vinculadas a Podemos desempoderando la acción ciudadana y exigiendo que toda acción sea sometida al dictamen del poder político. Evidentemente ese es precisamente el camino de la captura de la Sociedad Civil por el poder político y la autopista hacia la tiranía.
Cuando a la Sociedad Civil se la somete al dictamen y la financiación pública se acaba con ella y lo que hace falta en este país para que se produzca una transición a una democracia verdadera no es cambiar una pirámide azul por una roja, sino empoderar a la Sociedad Civil para que la pirámide se convierta en una estructura mucho más chata, inclusiva y justa. El despiste que tienen ciertos sectores de la izquierda en este pais es antológico. Se han quedado obsoletos en muchos de sus planteamientos. Piden justicia, igualdad y democracia real pero están confundidos y más perdidos que el barco del arroz en medio de sus propias contradicciones.
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