Venezuela bolivariana, de la tragedia al chiste

Karl Marx decía que la historia se repite, primero como una tragedia y después como una farsa. Lo que no pensaba Marx era que estaba hablando de su propia ideología.

El socialismo del siglo XX fue una tragedia. Lenin, Stalin, Mao y Pol Pot generaron millones de muertos en sus respectivas naciones. En cambio, el socialismo chandalero del siglo XXI es una farsa.


El socialismo del siglo XX se convirtió en una tragedia porque, a pesar de la retórica, reprodujo la centralización y las estructuras de poder del absolutismo. Si reproduces las estructuras de poder del absolutismo, generarás instituciones políticas, económicas y culturales absolutistas y se generaran incentivos perversos que llevarán a comportamientos absolutistas. El comunismo es realmente eso, el nuevo absolutismo.

En cambio el socialismo del siglo XXI es una farsa, un teatro, casi un chiste si no fuera porque hace tanto daño a la vida de millones de personas. Sus estructuras de poder no llegan a las estructuras de poder absolutistas, en cambio se parecen - al igual que sus políticas económicas - al fascismo.

Venezuela también fue primero una tragedia y después una farsa. El gobierno de Carlos Andres Perez fue célebre por su corrupción.Además tiene el dudoso honor de haberse convertido en ser el único presidente en ejercicio en la historia en ser destituido por una acción judicial.

Carlos Andres Perez era un dragón de la corrupción que murió en Miami disfrutando de todo el dinero que había robado de Venezuela. No vamos a hablar del Caracazo ni de los dos golpes de estado con el que Hugo Chavez y Odremán intentaron derrocarlo en el año 92. Meses más tarde fue separado de su cargo por el Congreso Nacional por delito de malversación de fondos públicos y fraude a la nación.


En Canarias, el empresario Antonio Plasencia propietario de Constructora Promotora Puntalarga que ha destrozado medio Güimar, está casado con una hija de Carlos Andres Perez, su socio en dicha constructora. De la misma escuela venezolana corrupta es Ignacio Gonzalez, el presidente de la Cámara de Comercio de Tenerife, e imputado junto a Plasencia y a Miguel Zerolo en la gran estafa de las Teresitas.

Después de Carlos Andres Perez volvió Rafael Caldera pero un presidente viejo, un país quebrado por décadas de malas políticas, la crisis bancaria, el derrumbe del precio del crudo y una élite oligárquica que se resistía a perder sus privilegio ilegítimos propiciaron el caos económico.


Pero lo que siguió fue el chiste, la revolución bolivariana. La lógica interna de las oligarquías, y de hecho de todas las organizaciones jerárquicas, es que se reproducen a sí mismas no sólo cuando el mismo grupo permanece en el poder, sino incluso cuando un nuevo grupo toma el control. Es lo que el sociólogo alemán Robert Michells denominó la Ley de Hierro de la Oligarquía.

Con una política económica calcada a la de Mugabe en Zimbabwe, la élite bolivariana ha terminado de destrozar el país y ha enriquecido a una nueva élite igual de corrupta que la anterior. La historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. Que un presidente en chandal te diga que si no puedes limpiarte el culo la culpa es de los yankees no tiene precio. El sistema cleptosocialista, revolucionofascista y chandalerobolivariano sería un chiste si no fuera porque ha hecho tanto daño.

Una comprensión incorrecta de la economía y la política es tremendamente nocivo y perjudica gravemente a los ciudadanos que pueden ser fácilmente engañados por los medios de comunicación y por los políticos.

En América Latina la gente suele echar la culpa de su pobreza al capitalismo y a los mercados, y esto eleva al poder a políticos populistas que con su corrupción y sus políticas económicas hacen todavía más daño y castran el desarrollo.

En realidad, en lugar del mercado en sí, el principal problema en América Latina es una economía dominada por las élites, o lo que denominaremos regímenes extractivos sustentados en instituciones políticas y económicas extractivas. 

Estas instituciones extractivas son replicadas tanto por la derecha como por la izquierda, porque en el fondo, bajo un sistema extractivo, son lo mismo. Si la población comprendiera esto, el populismo y el control de las élites tradicionales no sería capaz de hacer tanto daño a la vida de millones de personas.




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