Cualquiera que se halla sentado en una mesa de tesorería o que haya gestionado inversiones en los mercados financieros sabe que los factores psicológicos son el primer enemigo. Las personas tienen una tendencia a ver lo que quieren ver, pero no se trata de ver lo que queremos ver, o lo que nos conviene ver, sino se tratar de ver la realidad de la forma más objetiva posible sin dejarte influir por miedos y avaricias que distorsionan la percepción de la realidad, a fin de tomar las decisiones necesarias para gestionar los riesgos.
A lo que estamos asistiendo es a una negación colectiva de la realidad. Nadie quiere asumir sus responsabilidades, empezando por los políticos, banqueros centrales, ministros de economía, siguiendo por los bancos y terminado por las empresas y familias.
Los bancos son de los mas “activos” en esa negación de la realidad a raíz de los nuevos cambios contables introducidos con la suspensión de la FASB 157 que establecía que los activos han de ser valorados a precios de mercado.
De hecho los bancos ya podían dejar de valorar ciertos activos a precios de mercado. Mientras que los activos en la “libro de trading” de un banco se tienen que valorar a precios de mercado, los activos en el “libro a vencimiento” se valoran a precio de adquisición mientras sigan pagando intereses, pero desde que dejen de hacerlo se tienen que valorar a precios de mercado.
La nueva norma contable del FASB va un paso mas allá. A partir de ahora los activos pueden ser valorados “en función de los flujos de caja”. Algo de lo mas curioso porque sin entrar en detalles muy técnicos, el mercado ya valora esos activos en función de los flujos de caja. Lo que pasa que dichos flujos de caja son corregidos a través de un factor de descuento en base a la probabilidad de default y la recuperación esperada. Lo que está diciendo esta norma es que los bancos pueden ignorar esa probabilidad de default o impago y la tasa de recuperación y poner la que ellos estimen conveniente.
¿Cuales son las implicaciones? La primera es que es una medida artificial que ayuda a los bancos desde el punto de vista de los ratios de capital Tier-1 al reducir las necesidades de capital. La segunda y obvia es que no hay forma mas rápida para una compañía de ser incluida en la lista negra de valores que el ocultar lo que hay en tus libros. Si un inversor no puede fiarse de las valoraciones contenidas en los balances, simplemente no podrá invertir en dichos bancos.
La tercera es todavía mucho mas desafortunada ya que se crea un enorme incentivo para la información privilegiada, solo aquellos que saben como valorar y tienen acceso a lo que realmente hay en los balances sabrán lo que vale dicho banco y por tanto podrán arbitrar a otros inversores.
¿Elimina esta medida los problemas de fondo?, es decir el mercado inmobiliario y el mercado de consumo. La respuesta es no, lo único que hace es disfrazar la verdad y aplazar el reconocimiento de la misma. Es como el niño que se tapa los ojos y cree que porque no ve el problema este desaparecerá.
Respecto a la eliminación de los activos tóxicos de los balances y el saneamiento del sistema financiero, se crea precisamente el incentivo contrario. Primero al mejorar los ratios de capital la urgencia por deshacerse de dichos activos o recapitalizarse disminuye, ¿Para que voy a vender un activo si lo puedo tener artificialmente inflado en el balance sin necesidad de reconocer las perdidas latentes? Por tanto el incentivo a participar en el Plan Geithner se reduce y el precio al que los bancos estarían dispuestos a vender dichos activos a la PPIP de Geithner se incrementa. Dicha diferencia por supuesto a costa del contribuyente.
La solución que propone Geithner, es decir una eliminación rápida de los activos tóxicos el balance de las compañías no es la adecuada para una crisis de este tipo tal y como muestra el grafico siguiente, la respuesta adecuada es una inyección en el capital de los bancos, no para que eliminen los activos tóxicos, sino para que puedan reanudar su actividad de préstamo.
Durante los últimos meses los grandes hedge funds y los grandes fondos de capital riesgo y capital privado han estado intentando comprar los activos tóxicos, pero han sido rechazados sistemáticamente por los bancos. Es decir existe la demanda y la capacidad de absorción de esos activos tóxicos por parte del mercado.
¿Por qué no se deja que los bancos vendan esos activos en subasta libre y se crea un TARP /PPIP? Si eso crea problemas de capitalización a los bancos al tener que asumir perdidas, pues se inyecta posteriormente dinero público o privado en forma de capital.
Cuando los economistas decimos que es necesario salvar al sistema financiero, lo que realmente estamos queriendo decir es que hay que salvar a las instituciones y a los depositantes. Esto es muy distinto a decir que hay que salvar a los accionistas, a los bonistas y a los banqueros a costa de los contribuyentes creando graves problemas a largo plazo, que es precisamente lo que se está haciendo.
Simplificando las cosas, en le fondo lo único que tiene que hacer el gobierno es lo mismo que haría con cualquier otra empresa que entre en default o que se quiera reestructurar.
Los accionistas han perdido su dinero por mala gestión de la compañía lo que no constituye nada extraordinario. Los bonistas, que asumen también el riesgo de prestar a una entidad financiera, tienen dos opciones
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