El español se ve a si mismo como un conquistador, como el heredero de un imperio, de un "glorioso" pasado imperial, pero en realidad no es más que un desgraciado con la moral de un pordiosero que en lugar de historia lo que tiene son antecedentes penales.
Esa moral del pordiosero española explica el porqué mientras países como Suiza, Dinamarca, Finlandia, Bélgica o Escocia le tiraron de las orejas con el caso de los exiliados catalanes, el español los ignoró,.... que sabrán esos países, esos países no son importantes o no están a la altura de la España imperial, pensaba el españolito. Son países de segunda mientras que España es de primera, creía el iluso. Pero cuando ha sido Alemania - tanto el tribunal de Schleswig-Holstein como la Ministra de justicia alemana - la que ha tirado por tierra la payasada de la eurorden del juez Llarena, al españolito se le ha caído el mundo encima.
El españolito ha sentido que lo han puesto en su sitio, es decir en la segunda o tercera fila. Él, que se creía un gran país que se podía codear en Europa con Francia y Alemania ha descubierto que no lo es. Él, que a base de demostrar fuerza contra el débil esperaba la aprobación y la admiración de los demás como "potencia", ha encontrado solo desprecio.
Los que conocemos otras tradiciones espirituales ancestrales sabemos que un guerrero no lucha por odio al que tiene enfrente sino por amor a los que tiene detrás. Un guerrero no agacha la cabeza ante nadie pero tampoco permite que nadie agache la cabeza ante él. En cambio, el pordiosero a la menor provocación pide piedad de rodillas y se echa al suelo a que lo pise cualquiera a quien considera más encumbrado; pero al mismo tiempo, exige que alguien a quien considera más bajo que él le haga lo mismo.
El español no es más que un bufón vestido de legionario que cree que se llena de gloria asesinando indios en América, esclavizando guanches en Canarias, bombardeando aldeas en el norte de Marruecos o moliendo a palos a abuelas en Cataluña que querían votar. El español busca la aniquilación del otro, la humillación del vencido. Eso le hace sentirse fuerte e importante, le hace sentirse valiente. Al español le da igual pelear contra un toro al que el rejoneador con la pica ha desangrado previamente, que contra un nativo desnudo, que contra un molino. Al español no le importa cual desigual, ridículo o grotesco sea el combate y llama a eso "honor" cuando ni siquiera sabe como se deletrea esa palabra.
Él se monta su película y se ve a si mismo como un conquistador, como un valiente,... pero no es más que un pordiosero. El español se ve como un conquistador lleno de honor y gloria, pero los antiguos canarios los vieron como un ser patético y despreciable. "Gauripas" les decían, que en idioma guanche significa "hijos de la cólera", es decir una persona sin autocontrol ni honor, dominada por sus más bajas pasiones y con moral de pordiosero. Este es la mejor descripción que nuestros antepasados encontraron para definir a aquellos que, sin mediar provocación por nuestra parte, vinieron aquí a matarnos, robarnos las tierras y las cabras, violar a nuestras mujeres y esclavizar a nuestros hijos.
Que eran falsos, que no seguían el camino que su Dios les había enseñado. Putos quemados sin palabra que mataron a su Dios, les decían. Gentes de corazón negro sin honor, que ignominiados en su misión no supieron ver más allá. En el fondo no han cambiado. La cultura española sigue siendo un cáncer. En casi seis siglos que llevan en Canarias no nos han dado ni la paz ni la justicia que predica su Biblia. Quizás sea hora ya de que se la devolvamos, porque ellos necesitan sus preceptos morales más que nosotros.
Desde su llegada trataron de imponer a la fuerza su cultura despreciable, su moral de pordioseros y una religión y unos valores que ni eran los nuestros ni nada tenían que ver con nuestra esencia ni con lo que sentimos. De hecho vinieron a imponer una espiritualidad y unos valores que estaban muy por debajo de los nuestros.
El español es patético. Su propósito es demostrar su superioridad ridiculizando y menospreciando al que ha vencido y en el proceso demuestra su baja catadura moral. Se comporta como el maltratador, un tipo frustrado que posee una baja autoestima que intenta compensar desvalorizando al otro. No se da cuenta el patán que valor tiene poco o ninguno, es fácil ser "valiente" cuando se está protegido por las botas de la policía y la toga de los jueces,...
Esa actitud esconde su profundo complejo de inferioridad y su aún mas profunda mediocridad..y con ello, el pobre desgraciado busca la aprobación y la admiración de los demás cuando lo único que despierta en el otro es menosprecio.
El españolito estaba convencido de que su fascismo era democracia y sentido común europeo, razón de Estado ... y el despertar ha sido duro ... La justicia alemana demuestra que la argumentación española es pura propaganda para consumo de imbéciles sin cultura democrática y oligofrénicos funcionales. En realidad estaba ya claro para belgas, daneses, suizos y cualquiera con un mínimo de cultura democrática, pero claro, no eran Alemania...y ya se sabe que el pordiosero solo tiene en cuenta a quienes cree por encima de él.
Eso explica las reacciones del españolito. Por eso lo compara la decisión alemana con un nuevo 98. Se siente herido y humillado, excluido una vez más como potencia de primera merecedora del respeto y admiración de todos,.... quiero y no puedo,.... ella que había vuelto a conquistar sudamérica con sus bancos y empresas y se creía democracia europea, octava potencia mundial y campeona de fútbol ... el despertar ha sido duro.
De ahí se explica las declaraciones de ese españolito que es Jimenez Losantos - tras la libertad bajo fianza de Puigdemont y el rechazo de la justicia alemana al delito de rebelión por no haber violencia - alentando a hacer atentados en Alemania, llegando a decir que en Baleares hay 200.000 alemanes de rehenes, que "un asqueroso juez alemán ha ofendido a todos los españoles"o "que Alemania sepa que en España no se le perdona".
Es curioso que estos que defendían la imparcialidad de la justicia española sean los primeros en cuestionar la imparcialidad de la justicia alemana, belga, suiza, danesa o escocesa. Es curioso que estos que dicen defender la legalidad sean los primeros que se la saltan. Que llaman golpistas a los que se manifiestan pacíficamente cuando los verdaderos golpistas son ellos, que llaman violentos a los demás cuando los únicos violentos son ellos. Es curioso que estos que dicen defender a España sean los que más la han saqueado. Con una mano agitan la bandera y con la otra meten la mano en la caja,... y el español como los toros detrás del trapo.... ya dijo Antonio Machado que en España de cada diez cabezas una piensa y nueve embisten.
En fin, que no se puede esperar otra cosa de un pordiosero moral ...
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