Abaceloy, o mejor
dicho Juan Angel Garcia Casañas, reparador de frigorificos de profesión y vecino
de San Matias por la zona de Taco, no se presento al desafío que Fernando Hernandez Gonzalez lanzó contra el por difamaciones. Sinceramente era algo
que esperrabamos y no nos sorprende.
Cuando se lanza un desafío hay tres opciones, la primera presentarse al desafío lanzado. Una segunda opción es presentarse al lugar donde se le ha convocado y públicamente allí pedir disculpas o desdecirse de la causa que originó el desafío. La tercera opción es no presentarse, en cuyo caso la persona quedaba marcado para siempre como un cobarde. Más bajo no se podía caer y, en el mundo de los antiguos, no solo era motivo de desprecio y exclusión social sino incluso de destierro.
Juan Angel Garcia Casañas, alias Abaceloy |
Al no haberse presentado, los insultos y difamaciones lanzados por un persona como Juan Angel Garcia Casañas contra Fernando Hernandez, contra mí, o contra cualquier otro compañero ya no pueden ofender. Tampoco es necesario, a partir de este momento, respetar ninguna regla o tradición con esa persona. Al no presentarse a un desafío queda desamparado de cualquier derecho ni nadie va a exigir ningún tipo de “conducta” o “respeto a la tradición” con el susodicho. Ya no es ni siquiera necesario lanzarle un nuevo desafío, porque a los marcados por cobardes ni se les desafía ni sus acciones o palabras tienen capacidad alguna de ofender.
Los desafíos públicos no solo eran una costumbre entre los antiguos para dirimir sus diferencias, sino que se mantuvo hasta hace 40 años entre los pastores y la gente de nuestros campos en Tenerife. Una persona que no se presente a un desafío queda marcada para siempre con el estigma de la exclusión social y es aquí donde empieza la pedagogía de todo esto.
De la misma forma que, la “impunidad” ante la justicia fomenta la corrupción en las sociedades, la impunidad social también fomenta o incentiva determinados tipos de comportamientos contraproducentes (y, como veremos, en el fondo egoístas). Es decir, que un comportamiento perdure no es solo función del que hace la acción sino también de la respuesta de la sociedad frente a tal acción. Si un político es corrupto y la sociedad es permisiva con esa conducta, y un sistema legal lo protege con impunidad, pues entonces la corrupción se volverá cada vez más fuerte, porque desde el punto de vista egoísta e individual es rentable llenarse los bolsillos a costa de todos los demás cuando no tengo que esperar ningún tipo de castigo ni de la justicia ni de la sociedad. Por tanto, a través de su permisividad, el resto de la sociedad se convierte en cómplice necesario del corrupto.
En el campo independentista pasa algo parecido. La difamación, la calumnia y la mentira se han usado durante demasiado tiempo como arma política para impedir que los demás avancen o se organicen. En el fondo esa conducta se aprovecha de la falta de autoestima y determinación de la gente, creándole dudas y boicoteando de esta forma la acción colectiva. El motivo que subyace es una concepción autocrática y monolítica del poder. El resultado es el balde de cangrejos, al boicotearse los unos a otros cuando alguno trata de salir no hace falta taparlo, y esto es lo que permite que las elites de la colonia estén tranquilamente en su silla perjudicándonos a todos.
Por tanto este tipo de conductas no solo afecta a la persona a la que se difama, sino en última instancia nos afecta a todos. Es decir son conductas autodestructivas, contraproducentes y que conducen a la autoderrota favoreciendo el mantenimiento el status quo, y por esa razón no han de ser toleradas.
La exclusión social es un arma de resistencia civil no violenta, usado entre otros por el movimiento OTPOR para derrocar a Milosevick en Serbia, en donde .se usó como arma política contra los agentes de las fuerzas de seguridad que cometían torturas o detenciones injustas. En otros lugares se ha usado contra políticos o empresarios corruptos, contra colaboracionistas o contra fuerzas de ocupación extranjeras. Los escraches, en el fondo, no son más que una modalidad de esta exclusión social.
Cuando una conducta contraproducente se perpetua, en última instancia es responsabilidad tanto del que del individuo que la comete como de la permisividad del resto de la sociedad que la tolera
Los desafíos públicos no solo eran una costumbre entre los antiguos para dirimir sus diferencias, sino que se mantuvo hasta hace 40 años entre los pastores y la gente de nuestros campos en Tenerife. Una persona que no se presente a un desafío queda marcada para siempre con el estigma de la exclusión social y es aquí donde empieza la pedagogía de todo esto.
De la misma forma que, la “impunidad” ante la justicia fomenta la corrupción en las sociedades, la impunidad social también fomenta o incentiva determinados tipos de comportamientos contraproducentes (y, como veremos, en el fondo egoístas). Es decir, que un comportamiento perdure no es solo función del que hace la acción sino también de la respuesta de la sociedad frente a tal acción. Si un político es corrupto y la sociedad es permisiva con esa conducta, y un sistema legal lo protege con impunidad, pues entonces la corrupción se volverá cada vez más fuerte, porque desde el punto de vista egoísta e individual es rentable llenarse los bolsillos a costa de todos los demás cuando no tengo que esperar ningún tipo de castigo ni de la justicia ni de la sociedad. Por tanto, a través de su permisividad, el resto de la sociedad se convierte en cómplice necesario del corrupto.
En el campo independentista pasa algo parecido. La difamación, la calumnia y la mentira se han usado durante demasiado tiempo como arma política para impedir que los demás avancen o se organicen. En el fondo esa conducta se aprovecha de la falta de autoestima y determinación de la gente, creándole dudas y boicoteando de esta forma la acción colectiva. El motivo que subyace es una concepción autocrática y monolítica del poder. El resultado es el balde de cangrejos, al boicotearse los unos a otros cuando alguno trata de salir no hace falta taparlo, y esto es lo que permite que las elites de la colonia estén tranquilamente en su silla perjudicándonos a todos.
En las mesas de Guaza el dia del desafio |
La exclusión social es un arma de resistencia civil no violenta, usado entre otros por el movimiento OTPOR para derrocar a Milosevick en Serbia, en donde .se usó como arma política contra los agentes de las fuerzas de seguridad que cometían torturas o detenciones injustas. En otros lugares se ha usado contra políticos o empresarios corruptos, contra colaboracionistas o contra fuerzas de ocupación extranjeras. Los escraches, en el fondo, no son más que una modalidad de esta exclusión social.
Cuando una conducta contraproducente se perpetua, en última instancia es responsabilidad tanto del que del individuo que la comete como de la permisividad del resto de la sociedad que la tolera
Por esta razón a partir de este momento bloquearemos a Juan Angel Garcia Casañas en las redes sociales, expulsándolo de los grupos que administramos y para nosotros es una persona a la que, a partir de ahora, damos completamente la espalda, tanto en el plano social como cualquier otro. Al igual que en el mundo de los antiguos, para nosotros esa persona está marcada para siempre por sus actos que han hablado por el.
En el mundo de los antiguos había un concepto clave en su cosmogonía y era el de la individualidad, es decir aunque la divinidad guiara tu vida eres tu el que tienes que hacer las cosas. Esto significa tanto libertad para decidir como la asunción de la responsabilidad por tus acciones, sin libertad no hay responsabilidad, y solo cuando asumimos nuestra libertad también asumimos la responsabilidad de nuestras acciones.
Nosotros hemos asumido nuestra cuota de responsabilidad frente a estas acciones y a estas conductas que tanto daño hacen, ahora que cada cual actue en conciencia. No queremos decirle al resto de la sociedad que es lo que tiene que hacer, ya que, en el fondo, es la responsabilidad de cada uno, pero si queremos que al menos sea consciente de que cuando este tipo de comportamientos se toleran y no se castigan, se perpetúan y nos convertimos en cómplices de el.
En el mundo de los antiguos había un concepto clave en su cosmogonía y era el de la individualidad, es decir aunque la divinidad guiara tu vida eres tu el que tienes que hacer las cosas. Esto significa tanto libertad para decidir como la asunción de la responsabilidad por tus acciones, sin libertad no hay responsabilidad, y solo cuando asumimos nuestra libertad también asumimos la responsabilidad de nuestras acciones.
Nosotros hemos asumido nuestra cuota de responsabilidad frente a estas acciones y a estas conductas que tanto daño hacen, ahora que cada cual actue en conciencia. No queremos decirle al resto de la sociedad que es lo que tiene que hacer, ya que, en el fondo, es la responsabilidad de cada uno, pero si queremos que al menos sea consciente de que cuando este tipo de comportamientos se toleran y no se castigan, se perpetúan y nos convertimos en cómplices de el.
PD: El joven Eder Arteaga Jerez, también estuvo citado a un desafío por mi en el mismo lugar y sitio y tampoco se presentó. Que lo ocurrido con Abaceloy-Juan Angel Garcia Casañas le sirva de advertencia.
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