El "Schwerpunkt" de la estratégia de Gandhi lo constituyó la marcha de la sal. En la época colonial, la producción de sal en la India constituía un monopolio regido por el gobierno de Gran Bretaña, el cual, además establecía un impuesto adicional sobre la sal consumida que le producia unos ingresos de mas de la de 115 millones de francos-oro al año, una suma enorme para la época.
Debido a la escasez de mecanismos de refrigeración entre la población india, la sal era un producto de elevadísima demanda para conservar la carne y otros alimentos, por lo cual su consumo era de primera necesidad para la población. Las mismas leyes británicas prohibían también severamente que la población india fabricase sal de forma autónoma, utilizando cualquier clase de procedimiento.
Debido a la escasez de mecanismos de refrigeración entre la población india, la sal era un producto de elevadísima demanda para conservar la carne y otros alimentos, por lo cual su consumo era de primera necesidad para la población. Las mismas leyes británicas prohibían también severamente que la población india fabricase sal de forma autónoma, utilizando cualquier clase de procedimiento.
Gandhi en la marcha de la sal |
En 1930 llevó a cabo la Marcha de la Sal para manifestar su disconformidad con la tasa de impuestos aplicada a este producto. Recorrió casi 400 kilómetros desde Sabarmati a Dandi y recibió la atención de toda la prensa del mundo, como él quería. Llegó hasta las costas del mar y tomó sal con sus propias manos, acto con el que incitó a toda la población a imitarlo, y con el que apuñaló al poder inglés. Su ejemplo fue seguido por todo el país. De norte a sur los Indios evaporan el agua y recogen la sal a plena luz del día, desafiando a los británicos. La marcha de la sal de Gandhi rompio la obediencia y los indios empezaron a producir sal por su cuenta forzando un cambio en las dinámicas y las reglas de juego.
El pequeño movimiento se extendió como las olas de un estanque hasta alcanzar toda la India: los campesinos sembraban de ramas verdes los caminos por donde pasaría ese hombre pequeño y semidesnudo, con un bastón de bambú, camino del mar y al frente de un enorme ejército pacífico. El día del aniversario de la masacre de Amritsar, Gandhi llegó a orillas del mar y cogió un puñado de sal. A partir de ese momento la desobediencia civil fue imparable: la sal se regalaba o vendia a un modico precio en las manifestaciones, diputados y funcionarios locales dimitieron, los prohombres locales abandonaron sus puestos, los soldados del ejército indio se negaron a disparar sobre los manifestantes, las mujeres se adhirieron al movimiento, mientras los seguidores de Gandhi invadían pacíficamente las fábricas de sal.
En el depósito gubernamental de sal de Dharasana 2.500 voluntarios se presentan pacíficamente delante de las fuerzas de policía que custodian la sal y son recibidos a garrotazos (dos muertos y 300 heridos).
Los independentistas indios, fieles a las recomendaciones de Gandhi, no se resisten a los arrestos violentos de la policía colonial. Cerca de 100.000 indios son encarcelados. El mismo Gandhi es detenido y pasa casi un año en prisión. Esto les crea un problema añadido a los británicos ya que no se puede mantener encarcelados mucho tiempo a tal cantidad de militantes. El sistema represivo se colapsa. Finalmente, el virrey reconoce su impotencia para imponer la ley británica, a menos que se utilizara ampliamente una represión violenta, con el riesgo que esta reacción quitara a los británicos todo crédito ante los indios, incluidas las élites. La campaña terminó con un pacto de compromiso entre Gandhi y el virrey de su majestad británica, en virtud del cual se legalizaba la producción de sal y se liberaban los cerca de 100.000 presos detenidos durante las movilizaciones.
Gandhi recogiendo un puñado de sal en la playa de Dandi |
Los independentistas indios, fieles a las recomendaciones de Gandhi, no se resisten a los arrestos violentos de la policía colonial. Cerca de 100.000 indios son encarcelados. El mismo Gandhi es detenido y pasa casi un año en prisión. Esto les crea un problema añadido a los británicos ya que no se puede mantener encarcelados mucho tiempo a tal cantidad de militantes. El sistema represivo se colapsa. Finalmente, el virrey reconoce su impotencia para imponer la ley británica, a menos que se utilizara ampliamente una represión violenta, con el riesgo que esta reacción quitara a los británicos todo crédito ante los indios, incluidas las élites. La campaña terminó con un pacto de compromiso entre Gandhi y el virrey de su majestad británica, en virtud del cual se legalizaba la producción de sal y se liberaban los cerca de 100.000 presos detenidos durante las movilizaciones.
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