Los tintes en la historia de Canarias

Durante la baja edad media la industria que predominaba en Europa era la industria textil. En Italia, Cataluña, Países bajos, Normandía e Inglaterra se fabricaban preciados paños. Desde oriente venian sedas y el comercio textil enriqueció a muchas personas y lugares. 

En esa época el color púrpura estaba relacionado con conceptos de distinción y poder pues lo usaban tanto reyes como altos miembros del clero y la nobleza 

Los fenicios, extraordinarios navegantes, fueron los primeros que lograron producir un tinte púrpura, llamado “púrpura getúlida”, cuya elaboración mantuvieron en secreto. Hoy sabemos que los fenicios obtenían el tinte púrpura a partir de una secreción mucosa de color amarillento que poseen ciertos moluscos de los géneros Murex y Purpura. Los fenicios establecieron factorías por toda la costa norteafricana, incluyendo la de Mogador, una pequeña isla situada frente a la actual ciudad de Essaouira, en la costa atlántica de Marruecos situada a un día de navegación al norte de Lanzarote.

Durante el siglo XIV los genoveses con Lanceloto Malocello que se estableció en Lanzarote posiblemente comerciara en estas conchas que también existen en Canarias. Lo que si es seguro es que posteriormente ya en el siglo XV, con la apertura del comercio con el Golfo de Guinea, las conchas canarias de Murex se usaban en dicho comercio a cambio de oro en la curva del rio Niger.

En 1341, la expedición de Niccoloso da Recco de la que nos han llegado noticias a través de un manuscrito de Boccacio,  muestra el interés de los europeos por los tintes. Entre el botín de la expedición se nombran; "maderas coloradas, que tiñen casi como el palo de Brasil", "También trajeron cortezas de árboles, propias para teñir de rojo, tierras rojas y cosas similares." Posiblemente la corteza del árbol sea la del pino canario, una de las sustancias con la que los antiguos canarios teñían sus pieles, las tierras rojas podrían ser almagre y las cosas similares ciertos líquenes que sirven para teñir.

Pero más que las conchas de Murex lo que motivo un importante comercio y fuente de ingresos fueron los esclavos y la orchilla, un liquen que vive en los acantilados costeros, que tarda unos 6 años en llegar a su estado adulto y de las que hay unas 13 especies en Canarias. Dicha orchilla se usaba para conseguir un tinte purpúreo - aunque de menor calidad que la púrpura getúlida - capaz de teñir fibras de origen animal (seda, lana), pero no las de procedencia vegetal (algodón).

Púrpura extraida de la orchilla

La elaboración del tinte requiere un proceso químico bastante complejo. El liquen una vez seco y convertido en polvo se mezcla con orines descompuestos (por su contenido en amoniaco) y después con cal. Esta mezcla se remueve cada dos horas durante tres días manteniendo el recipiente tapado. La pasta resultante cogerá color a los ocho días, lo que es señal de que ya puede ser utilizado como tinte.

Jean de Bethencourt era señor de Grainville-la-Teinturière, un pueblo dedicado al negocio de la tintorería textil, tras conquistar Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro obtuvo grandes beneficios de la orchilla que vendía en Florencia sacando un gran margen de beneficio. 

Luego tras la venta del Señorío de Canarias a los Peraza, estos y Diego de Herrera siguen con el lucrativo comercio de orchilla (y de esclavos). En las actas del bufadero y de las isletas se menciona la reserva del comercio de orchilla con los antiguos canarios todavía no sometidos de Tenerife y Gran Canaria. 

Finalmente en la conquista de realengo, de Tenerife, La Palma y Gran Canaria, la orchilla vuelve a tener importancia, reservándose su comercio (junto a datas de tierra y esclavos) durante un periodo de años a determinados genoveses de Sevilla a cambio de financiación para la conquista.

Tras la conquista la exportación de orchilla representó una importante fuente de ingresos para Canarias, pero fue perdiendo interés al irse agotando las comunidades liquénicas, que tardan muchos años en regenerarse. Toda la orchilla recolectada en Canarias se enviaba al puerto de Santa Cruz de Tenerife, pues se trataba de un producto estancado, esto es, su comercio era monopolio de la Real Hacienda. En los momentos de mayor producción llegaron a exportarse unas 75 toneladas anuales, y un tercio de los beneficios iba a parar a la Real Hacienda.

El oficio de orchillero era muy peligroso ya que debía colgarse de riscos y acantilados para alcanzar las mejores colonias de líquenes, y muchos lo pagaron con la muerte. La Real Hacienda no solo tenia el monopolio del comercio de orchilla sino que también vendía cuerdas, sacos y las herramientas necesarias para su recolección a los orchilleros con lo que su negocio era doble.

Tras el declive de la orchilla en las islas se mantiene una economía cerealera y se desarrolla el sector vinícola, pero en el primer tercio del siglo XIX vuelve el negocio del tinte a Canarias, esta vez de la mano de la cochinilla.


La cochinilla es un tinte rojo carmesí que se saca de un insecto parásito de las tuneras. Fue un producto y un negocio muy rentable para los españoles en América que guardaban celosamente el secreto. La segunda fuente de ingresos para el Imperio Español en América después de la plata no fue el oro, sino la grana cochinilla procedente de la Nueva España (Mexico), un insecto que durante siglos fue un codiciado pigmento natural por textiles y artistas europeos.

Hasta ese momento la exportación de insectos vivos o el desembarco de cochinilla o tunera en Canarias estaba prohibido. Pero sobre el año 1821 Mexico se independizaba de España y esta última no quiso perder el negocio de la cochinilla que hasta entonces monopolizaba. Ahora se trae la cochinilla a Canarias y dará lugar posiblemente al periodo de mayor expansión económica inclusiva de nuestra historia.

En 1825 comienza a cultivarse en Arucas (Gran Canaria) y de allí se extendió al resto de las Islas Canarias, alcanzándose a mediados del siglo XIX una producción media anual de unas 200 toneladas. En 1869 llegaron a exportarse seis mil toneladas y en 1876 siete mil toneladas, configurándose Canarias como el proveedor del 80-90% del mercado mundial de cochinilla.

La cochinilla tuvo no solo un efecto económico expansivo en forma de exportaciones, sino también el efecto de una expansión monetaria. Históricamente a Canarias - y debido a las estrictas regulaciones españolas del comercio de Indias, no se podía desembarcar mas que una pequeña parte de la plata de America - con lo que había una escasez crónica de moneda que tenía el efecto de una política monetaria restrictiva que lastraba el crecimiento. Pero ahora, los saquitos de cochinilla,  de la misma forma que los saquitos de oro en el salvaje oeste, empezaron a funcionar como medio de pago con lo que al impulso económico se sumo una especia de expansión monetaria asociada. Además cualquiera con un poco de tierra podía cultivar cochinilla, con lo que la riqueza se distribuyó, en mayor o menor medida, y alcanzo a amplias capas de la población. Desgraciadamente esto duro pocas décadas, ya que la llegada al mercado de los colorantes sintéticos acabó con el mercado.

Tampoco se crearon industrias de valor añadido para la manipulación y elaboración del tinte, sino que en una típica economía colonial se exportaba el producto agrícola apenas sin transformar. Lo mismo ocurrió posteriormente con el platano o el tomate, y lo mismo ocurre en cierta manera ahora mismo con el turismo, del que Canarias es tan solo el eslabón final de la cadena de valor de la industria. A lo largo de toda nuestra historia hemos estado replicando una y otra vez los modelos económicos coloniales.

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