Champions League 2016: La copa de la desigualdad o la enfermedad del postmodernismo


Ayer se vivió, una vez más, la más ignominiosa situación de desigualdad que España, y Europa, puede sufrir, sin inmutarse. El partido de fútbol que vimos en Milán (Italia) nunca debió celebrarse. Sólo un esquema neoliberal de la inefable UEFA puede permitir que, una vez más, la desigualdad impere en nuestras sociedades. Este partido nunca debió celebrarse. 

Si el Real Madrid, presidido por un empresario explotador como todos sabemos, tiene ya ¡¡10 copas de Europa!!, lo justo e igualitario es que se le hubiera dado al Atlético de Madrid, equipo que representa al pueblo trabajador, la copa de la Champions League 2016, sin que, para ello, tuviera que correr el riesgo de no ganarla, como así fue, con el injusto resultado ya visto. En estas situaciones el esfuerzo, la lucha y el sacrificio son exigencias del capital para profundizar en la desigualdad. 

El Real Madrid representa ese 1% de la población que tiene el 90% de las Copas. Ni una vez más en que los de abajo se vean humillado por los de arriba. Propugno que las copas se repartan de manera inversamente proporcional al número que posean y que a las finales no se llegue por medio de competitivas campañas insolidarias de triunfos sino por cuotas representativas de la gente y así todos podemos sentirnos parte de la Champions League. 

Por una Europa solidaria, igualitaria y feliz.

El irónico texto de arriba es de mi amigo Rafael Mesa e ilustra perfectamente lo estúpido de aplicar los valores postmodernos basados en la igualdad, a todo el orden social. Aplicar un solo valor supremo, en este caso la igualdad, a toda la sociedad parece infantil.

Durante el periodo entre la primera y la segunda guerra mundial las democracias europeas sufrieron un fuerte desprestigio. Contra la democracia "burguesa", la extrema izquierda invocaba la democracia verdadera, la del Ideal con mayúsculas, el "poder del pueblo por el pueblo", la "soberanía popular", la democracia directa de la igualdad. 

Su ideal era la homonoïa griega (para los más cultos), la Revolución Francesa (para los más republicanos) y la Unión Soviética de Stalin y todo el poder para los soviets (para los más politizados).

La homonoïa es un concepto utilizado por los griegos para crear unidad política de la Grecia clásica. La veían como la ausencia de peleas entre facciones de una misma polis. Es el concepto de orden y unidad, de la concordia, la unanimidad, de ser una sola mente, de unir los corazones. 

Aunque la homonoïa como principio rector social suene bien, lo que puede llegar a significar en su aplicación real, cuando mal entendido, es la uniformidad. Todos tenemos que pensar y sentir lo mismo. Es la ausencia de libertad. Es la utopía. Es la tiranía. Es el totalitarismo. Es el fascismo. Es el Gulaj. Es Kim Yong-Un de Corea del Norte.

La felicidad del pueblo, la homonoïa como principio ... y los disidentes a los campos de concentración.

Por su parte la derecha de entreguerras no reaccionó mucho mejor. El ideal democrático es un "señuelo" decían. Abandonad ese proyecto democrático insensato. Su "principio" la libertad, combinada con jerarquía y poder natural... De la misma forma que el usar la igualdad como principio rector implica que todos tenemos que pensar y sentir lo mismo, usar la libertad de esa forma significa que el que tiene poder pueda hacer lo que le de la gana, pisoteando los derechos de los demás.

Su ideal era Enrique IV de Francia para los de mejor cuna y Hitler para los modernos, aunque en España la cosa iba más de vuelta al medievo de los Reyes Católicos y la Inquisición.

Para todos ellos, izquierdas y derechas, nostalgia del orden primitivo bautizado de Nuevo Orden, sin el lastre de esa democracia representativa atiborrada de traidores e inoportunos. En otras palabras, el absolutismo. La utopía, sea con vistas al mar o al patio, siempre tiene barrotes en las ventanas.

Libertad e igualdad pasaron a ser opuestos (en lugar de complementarios) por una sencilla razón; olvidaron que el valor sobre el que hay que cimentar una sociedad no es ni la libertad ni la igualdad sino, en todo caso, la justicia. La justicia se define como el principio moral o virtud que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece ...lo cual lleva implícita el concepto de igualdad de oportunidades, meritocracia y libertad responsable. Para que exista justicia en una sociedad debe existir igualdad ante la ley, libertad en lo personal y fraternidad en lo económico.

En cierta forma, hoy como ayer, la historia se repite en el mundo postmoderno surgido a partir de los sucesos de los años 60 con el mayo francés y los movimientos contra la guerra del Vietnam en Estados Unidos que culminan con la actual crisis institucional y democrática que estamos viviendo y cuyo reflejo cultural actual son los movimientos tipo Democracia Real Ya o el 15M.

La cultura postmoderna ha aportado muchos aspectos positivos a nivel global incluyendo el multiculturalismo, movimientos a favor de la diversidad, conciencia ecológica, y derechos civiles, contribuciones extraordinariamente positivas. Pero, cada ola de desarrollo social tiene su lado negativo o sombra. El lado positivo del postmodernismo es su esfuerzo por tratar todos los puntos de vista de forma justa, y no marginar o excluir ninguno de ellos. El lado negativo es un pluralismo de tierra chata que empieza diciendo que todas las perspectivas deben tratarse con justicia y acaba diciendo que todas las perspectivas deben tratarse igual. 

Esta viñeta no refleja mi opinión sobre la esencia del Islam. La pongo solamente a título ilustrativo

Este pluralismo de tierra chata borra toda profundidad, nada es más profundo, superior, más ancho, más íntegro, más compasivo, más afectuoso, más virtuoso o más amoroso. Si justicia es dar a cada uno lo que merece o le corresponde, evidentemente no hay mayor injusticia que la igualdad. 

Y es en este punto donde se pone de manifiesto la diferencia entre el sano concepto de homonoïa entre los antiguos griegos, y la perversión que ha hecho el postmodernismo del concepto. Esta diferencia queda patente en el juramento de Alejandro Magno en Opis que reproduzco a continuación.
Ahora que las guerras están llegando a su fin, deseo que prosperen en paz. Que todos los mortales a partir de ahora vivan como un solo pueblo en la concordia y para el progreso mutuo. Considera el mundo como tu país, con leyes comunes a todos y donde el mejor regirá independientemente de la tribu. No hago distinciones entre los hombres, como lo hacen los de mente estrecha, tanto entre los griegos como entre bárbaros. No estoy interesado en la descendencia de los ciudadanos o de sus orígenes raciales. Los clasifico utilizando un criterio: su virtud. Para mí cada extranjero virtuoso es un griego y todo griego no virtuoso peor que un bárbaro.
En la homonoïa griega había meritocracia "y donde el mejor regirá independientemente de la tribu", y jerarquías "Los clasifico utilizando un criterio: su virtud". A pesar de todas sus aportaciones positiva, el postmodernismo ha sufrido una enfermedad que es uno de los principales males del mundo actual. La enfermedad del postmodernismo ha sido definida como el narcicismo incrustado en la generación que quiso salvar al mundo.

A falta de mejores razones defiende su "libertad individual" frente a lo que considera autoritario o jerárquico mediante una actitud típicamente impulsiva y narcisista, que se resume en ¡A mí nadie me dice lo que tengo que hacer!.


Esa actitud representa muy bien la contradicción inconsciente del postmodernismo mal metabolizado que dice: “Todas las verdades son relativas menos esta”. De alguna manera, pretenden hacer valer su punto de vista, igualitarista, pluralista, tolerante y mundicéntrico recurriendo al poder. Conquistemos el poder e impongamos nuestras ideas que son las únicas que pueden salvar el mundo. Es una estrategia que ya hemos visto en otros movimientos “liberadores” o “vanguardistas” a lo largo de la historia. 

Algo así como, todos los puntos de vista son igualmente respetables, no hay un punto de vista mejor que otro, por lo que no queda más remedio que ser fuerte y poderoso para que mi punto de vista destaque sobre los demás. En definitiva, sólo queda la guerra como única manera de dirimir las diferencias y establecer un orden. El cielo se conquista por asalto. Se convierte en dogmático. (¿dogmático yo?¿dogmático yo?)

Resulta irónico que un punto de vista tan sofisticado como el postmodernismo acabe recurriendo a impulsos tan poco profundos. 


En su narcicismo el postmoderno cree que es el culmen de la evolución humana, al igual que hizo anteriormente el liberal tras el fin de la guerra fría cuando proclamo poco más o menos "el fin de la historia" (el fin de los tiempos y el último hombre) e igual que lleva haciendo desde hace siglos el fascista/comunista/teocrático dogmático poseedor de la verdad absoluta y como protestes te pudrirás en el infierno por toda la eternidad, enemigo de la revolución y del pueblo que osas revelarte ante un orden superior y por tanto no mereces vivir y tu vida puede serte arrebatada porque Dios o el amado líder te odian de todas formas con lo que nada se pierde y ya estas condenado al infierno, al gulag o a la cámara de gas porque como disidente no mereces vivir...... 

Como el postmoderno se cree la cúspide de la evolución humana está en guerra no solo con los niveles de conciencia por debajo de él, sino también con los que están por encima como el nivel de conciencia "integral". En realidad hay tres niveles de conciencia identificados por encima del nivel postmoderno (nivel verde en el vídeo), lo único que todavía, esos niveles superiores, no han permeado lo suficiente en la cultura general. 


Son las mismas cualidades que lo elevaron por encima del “capitalismo”, las que han acabado por convertir al postmodernismo en el principal problema evolutivo actual. Aunque tiene entre sus cruciales aportaciones su énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas, su exageración ha tenido consecuencias nefastas.

Por ejemplo se ha generado una "cultura de la queja" proclamando un aluvión de derechos egocéntricos y etnocéntricos disociándolos de sus correlativas responsabilidades. Además rechaza cualquier jerarquía y autoridad de manera que le resulta imposible tolerar la excelencia, las jerarquías de valor, las visiones de conjunto y todo lo que huela a separación y autonomía, es decir, interpreta la conciencia integral (más avanzada que el postmodernismo) como maligna y arrogante y, en consecuencia, reacciona con violencia.




El postmodernismo ha hecho una gran aportación a la humanidad en los aspectos colectivos, pero también ha condenado erróneamente a la impulsividad y la asertividad individual como si fueran restos a superar. Cuando para salir del ensimismamiento igualitarista postmoderno, la conciencia integral presenta un tono polémico, el “yo sensible” postmoderno, para el que las formas lo son todo (la forma es lo que determina si se es sensible o insensible) reacciona agresivamente. Para el “yo sensible” postmoderno cualquier manifestación de autoridad y jerarquía son formas de opresión, y por tanto sólo puede ver "egoismo" y "egocentrismo" al contemplar el nivel integral.

El “diálogo”, es la respuesta de la postmodernidad para solucionar todos los problemas, como si bastara con reunirnos y compartir de un modo respetuoso y sincero lo que nos ocurre para alcanzar la paz y la armonía. Lo importante no son los resultados sino las relaciones, por lo tanto hacer lo que se dice hacer, no hace. Cuando se reúnen es para discutir ... cuando se reúnen otra vez.

El postmodernismo apela al "consenso" en la toma de decisiones, es decir, a la ignorancia de la mayoría, entendiendo que todas las opiniones valen lo mismo independientemente del nivel de conocimiento o experiencia. 

El dialogo y el consenso se convierte en una forma “amable” de imponer valores postmodernos al resto de la sociedad. El resto lo hace la censura de la Inquisición de lo políticamente correcto y de las formas. El resultado es el estancamiento. Debido a sus miedos, impide que la acción sea eficaz y rápida, y que con ella pueda surgir de la vitalidad, coherencia, armonía y flexibilidad de la serena y compasiva sabiduría del nivel de conciencia integral, que es el próximo nivel evolutivo cultural.


Resumiendo, no debemos aspirar ni a una sociedad basada únicamente en la libertad ni a una sociedad basada únicamente en la igualdad. Ambas son necesarias, cada una aplicada al ámbito que le corresponde, y todas sirviendo el bien más elevado de la justicia y la evolución humana que se puede empezar a intuir cuando superamos la moral postmoderna igualitaria y empezamos a adentrarnos en la conciencia integral. 

Evidentemente el tema de la igualdad en un país como España y en Canarias que históricamente se han basado en el privilegio, tanto racial como político y económico, es un tema emocionalmente muy arraigado y sangrante que requiere ser abordado también. La desigualdad económica requiere una solución. No se puede dejar que el ladrón se quede con su botín obtenido a través de los privilegios ilegítimos otorgados por el Estado o a través de la corrupción, pero eso ya es materia de otro artículo.

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